Carta a un Senador socialista
los senadores y diputados no poseen la soberanía nacional sino que les es cedida temporalmente, le emplazamos a que reconsidere el sentido de su voto y devuelva intacta –al término de la legislatura– la soberanía prestada por los españoles
Estimado señor o señora:
En breves jornadas será sometida a votación en el Senado la aprobación definitiva del Estatuto de Cataluña. El presidente de la Comisión Constitucional del Congreso, don Alfonso Guerra, ha equiparado las consecuencias de este texto al desmantelamiento de la Unión Soviética. Es una opinión – y preocupación– que comparten otras muchas personalidades de la vida política, y que une a millones de españoles por encima de sus vinculaciones con la izquierda y la derecha. Pese a ello, el propio señor Guerra, como todos los diputados del Grupo Socialista, han votado y anuncian que seguirán votando “sí” a ese texto.
El Estatuto de Cataluña abre un peligroso proceso que deshilacha el Estado, rompe la solidaridad entre los españoles y degrada la calidad de la democracia al cuestionar la soberanía nacional. Los eventuales beneficios del voto afirmativo al Estatut tal vez permitan aliviar, hoy, la situación política presente del PSOE, pero a cambio de comprometer de manera muy grave el futuro inmediato de la democracia española y la existencia de España como nación única e indisoluble. Por el contrario, el voto negativo, aun si surtiera efectos políticos complejos sobre el equilibrio parlamentario, habrá consolidado por muchos años la solidaridad entre los españoles y el auténtico alcance de la soberanía nacional.
Sabemos que la defensa de la nación no compete a nadie en concreto, sino a todos los españoles en su conjunto. Pero, en esa defensa colectiva, poseen una obligación especial quienes por su acta parlamentaria representan –temporalmente- a la soberanía nacional. Como españoles y como demócratas, no podemos avalar que utilicen ustedes la sede de la soberanía nacional para sancionar positivamente a un texto que menoscaba la democracia, pues desvirtúa el concepto de “soberanía” como atributo del pueblo español, y que menoscaba también la nación, al reconocer el derecho de los parlamentos regionales a proclamar “nación” a sus respectivas comunidades autónomas. Por ello, recordándole que los senadores y diputados no poseen la soberanía nacional sino que les es cedida temporalmente, le emplazamos a que reconsidere el sentido de su voto ante el nuevo Estatuto de Cataluña, y devuelva intacta –al término de la legislatura– la soberanía prestada por los españoles.
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