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Juan Manuel Rodríguez

Cuarenta y cuatro millones de selecciones

En "chez Luis" se impuso al final el famoso "equilibrio", mentira piadosa con la que los entrenadores quieren distraernos a periodistas y aficionados con el único objeto de que los platos rotos los pague al final un delantero

Parece que en el despacho de Luis Aragonés hubo luz hasta bien entrada la madrugada. La "duda oficial", la que todo el mundo conocía, la despejó el seleccionador nacional en favor de Marcos Senna y en detrimento de Rubén Baraja, un clásico de las últimas convocatorias. La otra, la "duda sorpresa" que nos tenía reservada Luis y con la que no contábamos a priori, la resolvió llamando a otro defensa (Carlos Marchena) y dejándose en casa a Fernando Morientes, uno de los pocos delanteros centro clásicos que todavía conserva el fútbol español.
 
En el caso de cualquiera de sus antecesores en el puesto, y desde luego en el caso de Javier Clemente, se diría que el seleccionador fue un poquito "cagón". Habrá que esperar un poco más hasta conocer el impacto de esta decisión adoptada por Luis porque las otras polémicas, y singularmente la del capitán Raúl, ya estaban descontadas hace tiempo. En "chez Luis" se impuso al final el famoso "equilibrio", mentira piadosa con la que los entrenadores quieren distraernos a periodistas y aficionados con el único objeto de que los platos rotos los pague al final un delantero, cualquier delantero, el primer delantero que pase por allí.
 
Luis no ha sido nada original a la hora de justificar sus decisiones: "sé que cada español lleva un seleccionador dentro, pero soy yo quien se la juega". Y es cierto. Luis prometió que, de no alcanzar las semifinales, abandonaría el banquillo de España. Ojalá siga muchos años más, o al menos hasta la próxima Eurocopa, porque eso significaría que España habría conseguido en el Mundial de Alemania la mejor clasificación de toda su historia. La mera presencia de Cesc e Iniesta me llena de satisfacción; ahora sólo falta que jueguen. Y en cuanto a Senna, creo que se ha ganado la llamada del seleccionador. Puede que ese puntito de valentía que Luis ha tenido con el jugador del Villarreal le habría hecho falta igualmente con el getafense Pernía.
 
Por lo demás, no hubo revolución. Aunque Luis Aragonés ya advirtió hace mucho tiempo, cuando dirigía al Atlético de Madrid, que él sólo conocía una revolución, la de Fidel Castro en Cuba. De los veintitrés futbolistas que convivirán en Kamen, once ya estuvieron en la pasada Eurocopa. Y de esos once, ocho jugaron inicialmente en el equipo que cayó eliminado por 1-0 contra Portugal en el estadio José Alvalade de Lisboa: Casillas, Puyol, Juanito, Joaquín, Xabi Alonso, Albelda, Raúl y Torres. De esos ocho, ¿cuántos veremos debutar contra Ucrania el próximo 14 de junio?...

Afortunadamente yo sólo soy uno más de los cuarenta y cuatro millones de seleccionadores españoles. Y, aunque en mi casa también hubo luz hasta las tres de la madrugada, sólo se debe al hecho de que Chuck Palahniuk me tiene atrapado entre sus "Fantasmas". Eso sí, yo habría llevado a Morientes. Y a Pernía. Y puede que también a Oubiña y Albiol. Incluso a Cani. Pero, decididamente, lo mío no debe ser el equilibrio. Al menos, no en el fútbol.  

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