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Corea del Norte y su compromiso de desarme

Tratándose como se trata de una de las tiranías más brutales y delirantes del planeta, y teniendo en cuenta el incumplido acuerdo-marco de 1994, el nuevo compromiso debe ser acogido con tanta precaución como esperanza.

El tiempo dirá el valor del compromiso del régimen comunista de Corea del Norte que, en el marco de las conversaciones a seis bandas que se celebran en Pekín para poner fin a su programa nuclear, acaba de aceptar el cierre de sus instalaciones y el regreso de los inspectores internacionales, a cambio de ayuda energética y económica.

Tratándose como se trata de una de las tiranías más brutales y delirantes del planeta, y teniendo en cuenta el incumplido acuerdo-marco de 1994 entre Washington y Pyongyang –traicionado por la dictadura comunista al reconocer en 2002 que tenía un programa secreto de enriquecimiento de uranio–, el nuevo compromiso debe ser acogido con tanta precaución como esperanza.

 Al margen de esto, la Administración Bush ha sabido paliar los errores cometidos en el pasado por Clinton, y ha mantenido una política de firmeza que ha pospuesto la negociación bilateral con Corea del Norte en beneficio de una inicial implicación de países como China, Corea del Sur, Rusia y Japón. Además, los republicanos también han sabido compaginar su optimismo ante la noticia con la advertencia de que si el régimen norcoreano no respeta los términos del acuerdo, no recibirá los beneficios a los que aspira.

Y es que, en lugar de la transacción simultanea, se ha acordado una serie de compromisos sucesivos, que Pyongyang, como causante de la crisis, deberá iniciar con el "cierre y sellado" de su principal reactor, el de Yongbyon, en el plazo de sesenta días.

Se trata, pues, de un "buen comienzo", tal y como lo ha calificado Condolezza Rice. Un buen comienzo que no tendrá buen final si no es con el desmantelamiento completo, comprobable e irreversible de todos los programas nucleares de un régimen que, como el comunismo dinástico que impera en Corea del Norte, seguirá conservando, hambrienta y esclavizada, a su propia población como rehén.

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