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EDITORIAL

El débil Gobierno de Navarra

Cuando las razones reales por las que han impedido a Puras pactar con Nafarroa Bai se disipen, esto es, después de las elecciones generales, gane o pierda el PSOE, el Gobierno de UPN se enfrentará a una moción de censura.

Zapatero y Blanco han impuesto finalmente la voluntad de las encuestas nacionales a los socialistas navarros. Durante el tiempo que quede hasta las elecciones generales, el PSOE intentará aparentar ser lo que ha decidido dejar de ser, esto es, un partido nacional. Porque por más que se empeñen en repetir que es el PP quien ha perdido la batalla del centro, lo cierto es que éste no se ha movido nunca de sus posiciones; son los socialistas quienes se han escorado hacia la izquierda, en asuntos internacionales, y al nacionalismo más carca en la cuestión nacional.

Por eso, por más que UPN ahora agradezca públicamente al PSOE el haberles dejado en el poder, no debe confiarse en lo más mínimo. No lo han hecho por sentido de la responsabilidad sino por oportunidad. Así pues, cuando las razones reales por las que han impedido a Puras pactar con Nafarroa Bai se disipen, esto es, después de las elecciones generales, gane o pierda el PSOE, el Gobierno de UPN se enfrentará a una moción de censura. Sanz, cuando sea investido presidente, tendrá en su poder la capacidad de convocar elecciones forales, como sucede en las demás comunidades llamadas "históricas". Debe estar preparado para emplearla, si Zapatero no se lo impide convocando antes las suyas, en cuanto legalmente pueda, tras finalizar en diciembre el primer período de sesiones.

Pero no sólo eso. Sanz y los suyos, como tantos otros dirigentes regionales, han puesto durante años el acento en los "hechos diferenciales" navarros, aunque sin duda con una lealtad al proyecto nacional español que marca una gran distancia con respecto a los nacionalistas. Pero ese acento en la diferencia ha provocado que le hayan crecido los enanos de Nafarroa Bai. UPN ignoró el expansionismo cultural vasco y sus líderes pensaron, al estilo Arriola, que vender su gestión era suficiente. Su reacción a la negociación de Zapatero con ETA llegó tarde y, por eso, no fue efectiva. Muchos navarros no acudieron a las urnas siendo conscientes de que se jugaban la anexión. Dejarlo claro debe ser la labor de UPN de aquí a la convocatoria electoral, si lo que quiere es ganarla por mayoría absoluta.

También el PSN debería abrir un periodo de reflexión sobre lo sucedido. No por el hecho de que desde Ferraz hayan impuesto su voluntad e impedido el acceso al poder de Puras y los suyos, sino por haber pasado a ser la tercera fuerza política, cuando hace poco más de una década gobernaba en Navarra. Los casos de corrupción de Urralburu, primero, y Otano, después, hundieron a un partido que vio con resentimiento cómo UPN se eternizaba en el poder y decidió, como demuestra una Ejecutiva dispuesta a lo que sea con tal de pactar con el nacionalismo vasco, que lo importante era desalojar a la derecha del poder como fuera, siguiendo la formulación preferida de Zapatero.

Esa actitud ha provocado que se hunda electoralmente aún más. Las encuestas, de hecho, muestras una mejoría de UPN y Nafarroa Bai y una caída del PSN. Si no tuvieran a quien tienen de jefe de los socialistas españoles (es un decir), quizá debieran replantearse su acercamiento al nacionalismo si quieren recobrar el apoyo perdido y convertirse en alternativa de gobierno capaz de rivalizar electoralmente con la derecha.

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