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José Antonio Martínez-Abarca

Paisanos contra marianos

Sigo de cerca el tren de vida del peligroso sedicente Molina, grado 33 de la cosa esa marianita, y puedo decir que se come las mismas gambas que antes de ser supuestamente un mantenido de la avaricia petrolera.

Conozco bien a mi coterráneo Pablo Molina, también articulista de este periódico, y sé que si hubiese recibido un sobre con dinero procedente de las grandes petroleras me lo habría dicho. O, a lo menos, me habría convidado a algo caro. Me habría comunicado sin duda su entrada en el selecto grupo de los articulistas "sobrecogedores", de los que tanto hablaba don Gregorio Corrochano en los toros.

Era famoso aquel futbolista de primera división con más dinero que lecturas que solía entrar en un conocido restorán de Madrid del brazo de dos señoritas de moral, no dudosa, sino perfectamente definida, al grito de "¡festival de marisco!". Bueno, pues Pablo Molina, de hacer caso a lo que publica El País sobre los integrantes del Instituto Juan de Mariana (a los que se les ha ocurrido criticar la beatería milenarista del cambio climático), después de cobrar sustanciosos petrodólares por negar a Al Gore hubiese llegado a la redacción de LDTV al grito de "¡festival de marisco!". Pero eso todavía no se ha producido. En fin, que no es que esté seguro de su incorruptibilidad, que como la de todos tiene un precio y quizás no sea muy alto, pero sí dudo muy seriamente de que a estas alturas se haya vuelto un agarrado. O sea, que no ha cobrado.

Pero la progretería que guarda el tabernáculo del Dogma en este Invierno Mediático puede hacer que un aparentemente profesoral Instituto Juan de Mariana, teóricamente compuesto por unos cuantos liberales desasidos del mundo y sus tentaciones y dedicado a publicar estudios o ensayos sobre política y economía, parezca una mezcla entre la secta caribeña del reverendo Jones y la pedofilia homoerótica de la organización nazi-scout Edelweiss. De ahí para arriba. Si El País ya hizo que el Opus Dei se insertara aparentemente sin esfuerzo en una especie de trama de novela templaria al hablar de los grupos de presión de la derecha, qué no harán con los mucho más modestos marianos para echarlos de la Casa del Padre, o sea, de la corrección ambiente.

Sigo de cerca el tren de vida del peligroso sedicente Molina, grado 33 de la cosa esa marianita, y puedo decir que se come las mismas gambas que antes de ser supuestamente un mantenido de la avaricia petrolera. De ser cierto lo que mantiene el antiguo diario independiente de la mañana, se cobra peor siendo un sicario de las multinacionales petroleras que por publicar aquellas "tribunas abiertas" del
ABC, que ya es decir. Quien sí cobra por lo suyo, y no mal, es Al Gore, así que, sintiéndolo mucho por el rigor de la ciencia, el señor Molina y yo mismo nos vendemos desde ya como hacía aquel catedrático de derecho romano de Fernán Gómez, como esclavos para lo que guste mandar, a las otras multinacionales, las que de verdad parten el bacalao aquí, las de la gran industria del progresismo. Estamos abiertos a escuchar ofertas. Y, por supuesto, a estar atentos al correo.

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