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Ignacio Cosidó

Consenso para vencer

Serán los ciudadanos los que deban optar el próximo mes de marzo entre el camino de la negociación con los asesinos que aún hoy se resiste a cercenar definitivamente Zapatero o la derrota del terrorismo

Una de las más nefastas consecuencias de la política antiterrorista realizada por Rodríguez Zapatero en esta legislatura ha sido la de provocar una profunda división en la sociedad española para enfrentarse a ETA. Esa herida se ha puesto en evidencia de forma descarnada tras el brutal asesinato de dos jóvenes guardias civiles en Francia. A pesar de las declaraciones políticas unitarias, la división se ha manifestado en la calle. Es más, las víctimas del terrorismo han dado la espalda a un Gobierno al que exigen antes que nada una rectificación de hecho de una política a la que se han opuesto con contundencia desde el primer momento.
 
A muy pocos meses de unas elecciones generales quizá sea ya demasiado tarde para pretender recomponer apresuradamente un consenso hecho añicos por Rodríguez Zapatero con su temeraria e inmoral negociación con ETA. Serán los ciudadanos los que deban optar el próximo mes de marzo entre el camino de la negociación con los asesinos que aún hoy se resiste a cercenar definitivamente Zapatero o la derrota del terrorismo en los términos en que contra viento y marea propone Mariano Rajoy. No se trata ahora de buscar un punto intermedio entre la negociación con ETA o la derrota de ETA, sino de recuperar el espíritu de victoria que existía en la sociedad española antes de que Zapatero se deslizara por la senda de la negociación.
 
El primer requisito para recomponer ese consenso para la derrota del terror en la próxima Legislatura será poner término al enfrentamiento que el actual Gobierno mantiene con las víctimas del terrorismo. Zapatero entendió que las víctimas constituían el principal obstáculo para poder alcanzar un acuerdo en la negociación con ETA, por lo que buscó desde un primer momento silenciar, dividir y desacreditar a las víctimas del terrorismo representadas mayoritariamente por la AVT. El PSOE sigue manteniendo un enfrentamiento abierto con esta asociación que, lejos de amedrentarse, ha desatado una verdadera rebelión cívica que ha sacado a la calle a millones de ciudadanos para oponerse a la negociación con ETA. Mientras no haya un Gobierno que restablezca la unidad con las víctimas del terror será imposible que pueda regenerarse un mínimo consenso en la política antiterrorista, porque hay una gran parte de la sociedad que ha demostrado una y otra vez que su primera lealtad es con las víctimas.
 
En segundo lugar, es imprescindible que el próximo Gobierno de España restablezca el liderazgo social en la lucha contra el terror. Para ello lo más importante es eliminar toda ambigüedad, porque es imposible que pueda haber liderazgo si no se marca con claridad cuál es la meta y cuál es el camino que deberemos recorrer juntos para alcanzarla. Así, mientras no haya un Gobierno que cercene con rotundidad la posibilidad de reiniciar el diálogo con los terroristas y marque de forma precisa el objetivo común de la derrota de ETA será imposible reconstruir el consenso. Pero además de claridad, el liderazgo exige valentía. Es imposible que pueda existir ese liderazgo con un presidente que se esconde por miedo a ser increpado, que no se pone al frente de la sociedad en los momentos difíciles o que no baja  de la peana de poder en la que se asienta para unirse al sentir ciudadano. Zapatero intentó anestesiar a la sociedad para que pudiera asumir un acuerdo con los terroristas, pero una vez que ese acuerdo se ha mostrado imposible es imprescindible que la sociedad se reactive, pero la derrota de ETA solo será posible desde el compromiso de todos y cada uno de los ciudadanos.
 
Por último, el consenso pasa por restaurar el acuerdo entre el PSOE y el PP en materia antiterrorista. El Gobierno tiene que dejar de ver en la oposición democrática un enemigo para entender que el consenso entre los dos grandes partidos es un arma fundamental para la derrota del terrorismo. Ese consenso pasa de forma ineludible por la reactivación del Pacto Antiterrorista y por las Libertades que ambos partidos firmaron la pasada Legislatura. Zapatero entendió que ese Pacto se había convertido en un lastre no sólo para culminar su proceso de negociación con ETA, sino para la supervivencia de su propia alianza parlamentaria con las fuerzas radicales e independentistas. Pero no puede haber consenso político y social en torno a la lucha antiterrorista en España si no es con el concurso de los dos grandes partidos que constituyen hoy por hoy la única alternativa de Gobierno. Restaurar ese consenso basado en un espíritu democrático de victoria es la gran tarea que aguarda a Mariano Rajoy.

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