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Maite Nolla

Historias de la manta

Los condenados por el caso Argentia Trust tuvieron penas de cuatro años de cárcel y los del 3 al 20% no saben cómo es una prisión por dentro; mientras, se pedían ocho meses de cárcel al ciudadano ruandés que vendía Bulería en la manta.

Pese a que el Congreso haya decidido mantener el canon digital, que este asunto abra noticieros y ocupe la primera página de los periódicos es una victoria. Además del entrañable paisano que se lamentaba el otro día en la radio de que por qué tenía que pagar él el canon si utilizaba los CDs como espantapájaros, hoy quién más y quién menos se pregunta por qué hay que pagar por copiar discos de su propiedad y por qué hay que pagar sin saber si se va o no a utilizar un CD virgen o una fotocopiadora para grabar un disco o copiar un libro. Un milagro navideño, inimaginable hace un año.

Lo que dicen sus defensores nos lo sabemos. El canon defiende la cultura y los derechos de autor frente a la piratería y el robo, y frente a los que están en contra, gentuza de la que, por cierto, me he quedado con su cara. Pero ¿realmente es así? ¿Existe una desprotección de los derechos de autor que justifique un gravamen que compense el daño de la piratería?

El 22 de mayo de 2007, el titular del juzgado de lo penal número 6 de Granada, dictó una sentencia digna de ser comentada. Se acusaba a un mantero por la venta de CDs y DVDs piratas y el Ministerio Fiscal pedía una condena a ocho meses de prisión, más otras penas accesorias, entre ellas el pago de una multa de tres euros diarios durante 15 meses. La sentencia, aun aclarando que en absoluto se justifican este tipo de conductas, pone colorado a más de uno.

El juez absolvió al mantero por los siguientes motivos:

Continuará.

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