Cuatro años de muso sonriente,
de muso con las cejas puntiagudas,
muchísimo más pérfido que Judas,
vacío, inane, frívolo y nesciente.
Cuatro años de muso incompetente,
de muso de expresiones campanudas,
de políticas necias y tozudas,
botarate, informal y adolescente.
Cuatro años –si no se nos retira–
voy a tener al muso que me inspira
y que enciende la chispa de mi ingenio.
Cuatro años tendré que darle caña,
pues mientras él prosigue hundiendo España,
a mí me ha solventado el cuatrienio.