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Ignacio Villa

De la pataleta de Rajoy a la mesa camilla

Los ataques furibundos contra Esperanza Aguirre contrastan con la oposición de dulce de leche que Soraya y los suyos están haciendo con el PSOE en el Congreso.

La reacción entre desairada y maleducada que este sábado ha tenido Mariano Rajoy contra Esperanza Aguirre ha dejado muchas cosas claras a los militantes y votantes del Partido Popular. Rajoy está tan nervioso que ha perdido los papeles. Son muchos los que piensan que si Rajoy se hubiera empleado tan a fondo contra Zapatero en la campaña electoral como lo está haciendo estos días contra Aguirre los resultados de los populares en las urnas el 9 de marzo hubieran sido bien distintos.

La actual dirección del PP dice y predica a los cuatro vientos que el congreso de Valencia será abierto y que en él no sólo se podrá presentar quien quiera, sino que se debatirá sobre el futuro ideológico del Partido Popular. Si eso es realmente así, ¿a qué vienen tantos nervios? ¿Cómo es posible que el presidente del PP pierda de esa manera los papeles? Dice Rajoy que su partido no sigue el dictado de ningún periódico ni de ninguna radio. Pues casi mejor que lo hicieran, porque los portavoces del PP llevan semanas desaparecidos en combate, dando la cara sin arrimarse mucho a la sartén y con un miedo fuera de lo normal. Si el PP que hoy dirige Mariano Rajoy no sigue las indicaciones de nadie, será que sus propias directrices consisten en deambular perdidos, naufragar y no saber qué hacer. Claro que ellos mismos saben que la situación interna es desastrosa, que el horizonte inmediato es atroz y que no se percibe ninguna salida en el horizonte. Lo saben, pero nadie lo quiere denunciar públicamente. Tanto silencio cobarde, que no disciplinado, es destructivo para su propio partido.

En este contexto, los ataques furibundos contra Esperanza Aguirre contrastan con la oposición de dulce de leche que Soraya y los suyos están haciendo con el PSOE en el Congreso. Una oposición de auténtica mesa camilla, donde todo es suavidad, maneras edulcoradas y cesiones. Es la nueva oposición de un PP más preocupado por sus propios problemas internos que por los que provoca Zapatero en la nación, más ocupado en la tarea de reforzar artificialmente el liderazgo de Rajoy que de cantar las cuarenta a un Gobierno que se encuentra a sus anchas con una oposición reducida a mera comparsa parlamentaria.

La crisis interna del PP es muy grave, y el presidente del partido no sólo no intenta extinguirla, sino que aviva el fuego. Rajoy, nervioso e inquieto, ha arremetido contra Esperanza Aguirre cuando la presidenta de la Comunidad de Madrid ni siquiera ha presentado candidatura. Rajoy está alimentando la crisis interna a fuerza de gritos, demostrando así que está fuera de control y que ha perdido el norte y los objetivos.

Por otro lado, nadie debería perder de vista que si tenemos que buscar otros culpables en la crisis del PP, el dedo debería señalar a esos "barones" regionales que apoyan al presidente del PP de sarao en sarao. Todos ellos, sin excepción, saben que Rajoy no llegará al 2012. Por eso alimentan hoy su liderazgo: por simple interés personal. Piensan que alargar la agonía les beneficia y les sitúa en buena posición para una futura sucesión. Así poco se puede esperar del PP.

La crisis no ha hecho más que empezar, pero ya ha tomado una velocidad tal que resulta incontrolable, por muchos actos que organicen en devoción a un líder en el que ni ellos mismos creen. Aún nos queda mucho por ver.

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