Este miércoles hemos podido conocer cómo Alberto Ruiz Gallardón ha rebajado para Cuatro el alquiler de la madrileña Plaza de Colón hasta los 1.248 euros por día. Un precio de saldo si tenemos en cuenta la cotización del metro cuadrado en el centro de la capital. Este privilegio concedido a la cadena del grupo Prisa no supone un caso aislado, pues de todos es conocido el afecto mutuo que se profesan el alcalde de Madrid y el imperio mediático de los Polanco, un amor que alcanzó su punto culminante en 1996, cuando una campaña orquestada por Prisa intentó sin éxito que Gallardón fuera nombrado presidente del Gobierno en detrimento de Aznar subvirtiendo el resultado de las urnas.
El Ayuntamiento de Madrid ha justificado estos privilegios en la supuesta promoción que recibe a cambio la capital de España durante las retransmisiones de la Eurocopa. Pero olvida el alcalde que Cuatro es una emisora de carácter nacional y, por tanto, toda publicidad que pueda hacer de Madrid sólo llegará hasta los espectadores que menos necesitan que les descubran la ciudad: los españoles. Lo cierto es que la verdadera promoción la está disfrutando la propia cadena de televisión, que gracias a la retransmisión del campeonato europeo y al empujoncito de Gallardón ha aumentado su audiencia y ha recibido suculentos beneficios publicitarios que de otra forma no habría podido ni soñar.
Al favoritismo injustificado a aquellos que no dejan de criticar a su partido hay que añadir la inquina con la que Gallardón ha perseguido a todos aquellos que han osado llevarle la contraria dentro de la derecha. Una actitud que responde a una ambición desaforada por acumular poder, aun a costa de traicionar a los suyos para conquistar la Moncloa con la bendición de Prisa. Un empeño que le ha llevado incluso a declarar que el PP "no es de derechas". Visto lo cual, no nos extrañaría que Gallardón se sintiera especialmente satisfecho por haber hecho posible algo que muchos socialistas sólo pudieron imaginar: una "Plaza Roja" en el mismo corazón de la capital.

