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Matías Jove

Pepiño va a provocar a Obama

Pepiño Blanco ha anunciado que hará una parada en Cuba para reunirse con los empresarios españoles, el Partido Comunista cubano y previsiblemente con Raúl Castro. No verá a ningún miembro de la oposición. Tampoco le esperan.

Una de las constantes del PSOE en política exterior ha sido buscar alianzas con los que odian Occidente sin importarle las consecuencias que estas nuevas amistades puedan tener en nuestra agenda exterior. Las consecuencias de esta política se han hecho evidentes en estos días, pero desde hace años España no tiene ninguna relevancia y los españoles no hemos visto privados de las representación que nos correspondería por nuestra relevancia económica presencia global.

Pepe Blanco no va a esperar ni un día para provocar a Estados Unidos. Nunca le ha importado irritar y mucho menos tratándose del Imperio. Lo novedoso es que ahora no es Bush, sino Obama el destinatario de su obcecación infantil por la izquierda trasnochada.

Aprovechando su viaje a Washington para seguir las presidenciales americanas ha anunciado que hará una parada en Cuba para reunirse con los empresarios españoles, el Partido Comunista cubano y previsiblemente con Raúl Castro. No verá a ningún miembro de la oposición. Tampoco le esperan. Hace tiempo que saben que al Gobierno socialista sólo le importa defender los beneficios de las empresas españolas que han decidido asociarse con la tiranía cubana.

Con este gesto el PSOE ha profundizado en las diferencias que tradicionalmente existían entre Europa y Estados Unidos en lo que a Cuba se refiere. Aznar supo ver los puntos en común e impulsó una política europea autónoma pero clara es sus objetivos: mejora en las condiciones de vida para los cubanos. Por eso, basó toda su política en el diálogo: con el Gobierno y la oposición democrática.

La política exterior de Zapatero se ha empeñado en acabar con el diálogo y aislar a la oposición democrática. Liberales, democristianos, sindicalistas y socialistas han visto como el PSOE, que en su juventud había enarbolado la bandera de la libertad frente al franquismo, ha quedado reducido a un partido en defensa de los intereses privados –y de legitimidad discutible– de unos pocos.

La postura de Obama es diametralmente opuesta. Y se parece mucho, por cierto, a la impulsada por Aznar (salvo que la Posición Común Europea hacía una condena expresa del embargo). El cambio impulsado por Obama abre una vía para hablar con Raúl pero nunca, jamás, una renuncia a apoyar a quienes desde dentro de Cuba luchan pacíficamente por los derechos humanos.

El amigo Pepiño podría haberse esperado un poco.

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