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Ignacio Villa

El dedazo del Gobierno

Estamos ante un auténtico dedazo, pero un dedazo muy caro; tanto más cuando ha sido financiado con dinero sustraído a una sociedad que atraviesa una crisis económica.

Ya conocíamos el timo ideológico y político que supone la Alianza de Civilizaciones. Se trata simplemente de un tinglado montado por Rodríguez Zapatero con escaso contenido y que hasta ahora constituía un auténtico fiasco. Lo que no sabíamos es que, pese a su fracaso, va a convertirse un fiasco carísimo. Eso sí, sufragado con el dinero de todos que se había asignado coactivamente a las "ayudas al desarrollo". Una trampa que se acerca mucho al concepto de corrupción: si esta historia nos la contaran de una república bananera, nadie tendría dudas de su indecencia.

Por fortuna, la cúpula realizada por Miquel Barceló para un edificio de Naciones Unidas en Ginebra se ha convertido en un escándalo político y económico de unas dimensiones que todavía se desconoce; la historia no ha terminado.

Las explicaciones confusas que han llegado desde el Gobierno; el reconocimiento por parte de Barceló de las frecuentes visitas del ministro Moratinos a su casa para supervisar el encargo; la falta de claridad del origen del dinero con que se ha pagado esta iniciativa; y la millonada que ha costado esta nueva obra de Barceló cuyo objetivo es la dudosa necesidad de celebrar de manera desproporcionada el despropósito de la Alianza de Civilizaciones, hace urgente una explicación urgente, clara y minuciosa por parte del Ejecutivo.

No estamos ante una cuestión menor, sino ante una decisión equivocada de fuertes repercusiones en la que el Gobierno ha involucrado a la Casa Real, ya que los Reyes van a inaugurar la obra la próxima semana. Por este motivo, no hay que buscar responsabilidades en los escalones intermedios, sino en el ministro Moratinos y en el presidente Zapatero. Estamos ante un auténtico dedazo, pero un dedazo muy caro; tanto más cuando ha sido financiado con dinero sustraído a una sociedad que atraviesa una crisis económica.

Y en todo esto, por cierto quien también tiene mucho que explicar es el artista. Barceló ha recibido el dinero que el Gobierno le ha pagado directamente. Se puede discutir sí la cifra es exagerada, pero es difícil defender que ahora, conociendo el origen de gran parte del pago, se quede tan tranquilo. Si realmente quiere recuperar parte del prestigio perdido en esta aventura lo tiene fácil: devolver los fondos. Desde luego es un reto, pero es realmente sencillo de cumplir.

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