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Ignacio Villa

Moratinos no tiene alternativa

El ministro Moratinos es todo un experto en desparecer del mapa cuando debe cumplir con su deber. Viaja por medio mundo sin arte ni beneficio, pero cuando hay que defender los intereses de España se lo come la tierra.

El furibundo ataque del diario Gramma, órgano oficial de propaganda de la dictadura cubana, contra Esperanza se enmarca dentro de la estrategia habitual de la dictadura contra cualquiera que, como la presidenta de la Comunidad de Madrid, defienda la libertad y la democracia, dos cuestiones que no integran los valores fundacionales de la Cuba castrista. La autocracia caribeña no ha podido soportar que Aguirre se solidarizara estas Navidades con los disidentes del régimen.

Pero si el ataque del comunismo contra cualquier amante de la libertad se enmarca dentro de su guión tradicional y de sus tácticas difamatorias, lo que no resulta tan comprensible es que el Gobierno español guarde, hasta el momento, un absoluto silencio sobre la polémica. Alguien podría pensar que Moratinos todavía no se ha enterado de los sucesos "por la prensa", pero lo cierto es que desde la Presidencia autonómica de Madrid se le ha pedido por carta al ministro que presente una queja formal ante el Gobierno cubano por lo ocurrido. Por tanto, ni siquiera le queda esta excusa. ¿A qué se ha dedicado Moratinos? Por el momento a un escondite cobarde, no sólo para los madrileños y los españoles, sino especialmente para los cubanos.

Tampoco esto, por desgracia, constituye ninguna sorpresa. El ministro Moratinos es todo un experto en desparecer del mapa cuando debe cumplir con su deber. Es capaz de pasarse días viajando por medio mundo sin arte ni beneficio, pero cuando se trata de defender los intereses de España y de los españoles –y en este caso de la representante máxima de una Comunidad Autónoma– se lo come la tierra. Pero además en esta ocasión existe otro agravante: Cuba es uno de los destinos preferidos de Moratinos. No ha escatimado esfuerzos para fomentar las relaciones con la dictadura, en abrir a Cuba las puertas de Europa y en mantener un trato ciertamente directo y privilegiado. Todo menos trabajar para que la tiranía termine de una vez tras 50 años de opresión.

Moratinos tiene que emplearse a fondo en esta cuestión: el Gobierno cubano ha insultado a la democracia española, al régimen de libertades que tenemos y a nuestras instituciones. Aquí no caben medias tintas y, mucho menos, componendas dialogantes. No hay margen para la ambigüedad. Sólo es de recibo defender a Aguirre y exigir una rectificación en toda regla a Cuba. Moratinos tiene la pelota en su tejado.

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