En el prólogo de Casimiro García Abadillo que pueden leer en el último libro que se publicó sobre el 11-M, el periodista del diario El Mundo confirma que su periódico contó con la inestimable colaboración de una "garganta profunda" que sólo podía responder a un profesional de los Cuerpos de Seguridad del Estado. Quiera Dios que otros muchos sigan su ejemplo.
Confiemos en que den un paso al frente todos los que quieran descargar su conciencia reconociendo que ahora les consta que ayudaron a tapar la autoría de una espantosa masacre. Aún están a tiempo. Se lo agradeceríamos todos los que no renunciamos a saber quiénes y por qué nos hicieron tanto daño. No nos vamos a conformar con el silencio que delata a los que, obligados a responder, no han dicho una palabra ni del libro de Antonio Iglesias ni del Yo acuso del director de uno los más importantes periódicos europeos.
¿Por qué insisten en el silencio? ¿A quién puede beneficiar que no lleguemos a conocer un relato creíble de los hechos? ¿Quiénes y con qué objetivo decidieron ocultarnos la verdad? ¿De qué materia estamos hechas las víctimas para unirnos a los que ni preguntan ni contestan? ¿Enmudeceríamos si estuviéramos convencidos de que los seres queridos que perdimos observan nuestro comportamiento?
En cualquier caso, ya pueden perder toda esperanza los que pretenden que olvidemos lo que no podemos olvidar. No todos vamos a callar. Mientras contemos con el favor de algunos medios de comunicación no domesticados, vamos a recordar todas las preguntas que nadie hasta ahora contestó.