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Fundación Heritage

Las ideas de los progres nacen muertas

Una vez que el Estado está a cargo de la asistencia sanitaria, casi todo lo que uno hace –lo que come, a qué velocidad conduce, si tiene un animal favorito– se convierte en asunto del gobierno.

Es uno de los mitos más grandes en Washington, una poderosa idea que permanece año tras año por mucho que tratemos de acabar con ella. Es la afirmación de que los progres ofrecen ideas y los conservadores solamente se oponen a ellas.

Hasta los conservadores más brillantes pueden caer en ello. "Los republicanos tienen que sumarse a la batalla de las ideas", escribía recientemente el gobernador de Luisiana Bobby Jindal en el Washington Post. Allí Jindal perfilaba diez ideas conservadoras para la reforma sanitaria en Estados Unidos.

Pero Jindal no está en lo correcto al afirmar que los conservadores tienen que "sumarse" a la batalla de ideas. En realidad, nosotros nos hemos puesto a ello, mayormente, sin oposición.

Por ejemplo, tomemos el asunto de la sanidad americana, el tema de moda en estos días. Los conservadores favorecen expandir la competencia permitiendo planes de seguros que compitan entre estados de la Unión. Favorecemos políticas para dar a las personas más control sobre su gasto sanitario. Y apoyamos acabar con las deducciones fiscales federales para que así las personas puedan comprar su seguro médico al igual que compran sus seguros de coche, vida y hogar.

 

¿Cuál es la respuesta progre? Crear un nuevo derecho generalizado que en última instancia nos llevará al sistema del seguro médico universal.

"Estamos viendo la posibilidad de tener seguro médico universal aproximadamente en 2010" anunciaba hace dos años el profesor de Economía y columnista del New York Times Paul Krugman en el programa de televisión Democracy Now! Discutiendo los planes que presentaron los entonces candidatos a la presidencia Hillary Clinton y Barack Obama, Krugman agregó que estos programas no son un seguro médico universal, pero pueden evolucionar en eso, lo cual llevaría a un sistema como el Medicare que Krugman denomina como "el más barato y eficiente de los planes". ¿Lo es?

La realidad es que, en los últimos años, los costes administrativos por beneficiario de Medicare han excedido substancialmente esos costes en el sector privado. Esto a pesar de que, como los críticos apuntan, el seguro privado es susceptible de generar muchos más gastos que los contraídos por Medicare", según señalaba el experto Robert Book en un informe para la Fundación Heritage. "Sacar del seguro privado a millones de norteamericanos para que vayan a un programa tipo Medicare tendrá como resultado mayores, nunca menores, costes administrativos por persona y para la nación en general. 

Otra razón por la que Medicare parece más eficiente es que no invierte tiempo ni dinero en su lucha contra el fraude. En vez de eso, Medicare simplemente acaba soltando el dinero ya que no se toma el trabajo de determinar si hay solicitudes fraudulentas de reembolso.

El catedrático de Harvard Malcolm Sparrow estima que más del 20% de los gastos de Medicare y Medicaid (el seguro médico nacional que cubre a los pobres) se desperdicia en esquemas de fraude. El inspector interno de Medicaid admite que el programa no tiene manera de rastrear el fraude, el abuso y el despilfarro de recursos. No es de extrañar que el libro que Sparrow escribió sobre el tema se titule License to Steal (Licencia para Robar).

Medicare ya está llevando a la quiebra a muchos estados del país. Por tanto, ¿cuál es la gran idea progre de la semana? Expandir el programa a nivel nacional.

La ley Baucus propuesta en el Senado (que no es realmente una ley ya que el Comité Financiero no se ha tomado la molestia de redactarla) supuestamente proporcionaría seguro médico a muchos millones de norteamericanos más. Pero casi la mitad de ellos iría a parar directamente al Medicare. Ésa no es una solución; es solamente la manera de crear un nuevo problema.

 

Es irónico que los progres, que clamaban estar preocupadísimos porque George W. Bush quería usar la legislación antiterrorista (FISA) para escuchar sus llamadas telefónicas (todas) y leer su correo electrónico (hasta el correo basura), ahora están ansiosos para que el Estado se encargue de la sanidad.

Después de todo, si el sueño progre se realiza y el Estado se convierte en el único proveedor de asistencia sanitaria, el gobierno tendrá algún interés en practicamente cada aspecto de nuestras vidas. Basta mencionar el ejemplo de Carolina del Norte que anunció recientemente que castigará a los empleados estatales que no cuiden de su salud.

"El uso de tabaco, la nutrición de baja calidad y la falta de ejercicio son las mayores causas de muertes evitables en nuestro estado", afirmó Anne Rogers, directora de la gestión sanitaria integrada con el Plan Sanitario para los Empleados de Carolina del Norte. "Necesitamos una fuerza laboral sana en este estado. Y estamos tratando de exhortar a las personas para que adopten estilos de vida saludables". Por tanto, el estado de Carolina del Norte "exhortará" a sus empleados cobrando más por el seguro médico a las personas con sobrepeso y a los fumadores.

Una vez que el Estado está a cargo de la asistencia sanitaria, casi todo lo que uno hace –lo que come, a qué velocidad conduce, si tiene un animal favorito– se convierte en asunto del gobierno. Negar la asistencia sanitaria será casi la única manera que el Estado tendrá para mantener los costes a raya, por tanto, buscará cualquier excusa para negarla.

¿Es ése el objetivo de los "pensadores" progres? ¿O es este potencial resultado solamente una feliz coincidencia? Me temo que en realidad los progres no tienen ni la menor idea de lo que hablan.
©2009 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg

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