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EDITORIAL

¿Se puede confiar en el señor X?

¿Acaso les resulta verosímil a los populares que el señor X haya cambiado su política antiterrorista mientras se niega a aclarar los escandalosos sucesos del chivatazo y cuando incluso los llegó a plantear como un mérito en su haber ante ETA?

El pasado martes, María Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, declaraba en rueda de prensa que si Rubalcaba había alertado sobre la posibilidad de un "espectacular" atentado de ETA el día anterior, sus motivos tendría. Y, desde luego, los tenía. El domingo pasado el diario El Mundo acababa de revelar que José Manuel Gómez Benítez había alegado, en su calidad de representante del Gobierno en la negociación con ETA, que el episodio del chivatazo del Bar Faisán demostraba la buena voluntad del Ejecutivo para llegar a acuerdos con los terroristas.

No es que hasta ese momento no existieran serias sospechas de que una decisión tan trascedente debía provenir de algún alto cargo político que sometiera el Estado de Derecho a la negociación con los criminales; especialmente si la investigación judicial posterior sobre el asunto se vio en todo momento torpedeada por pruebas incompletas y dilaciones injustificables.

Pero, desde luego, que fuera Gómez Benítez –amigo íntimo de Garzón, el juez instructor del caso, y persona de la máxima confianza de Rubalcaba– quien alardeara ante ETA de que fue el Gobierno quien ordenó el chivatazo, eleva la categoría de las sospechas previas y permite complementar la lista de motivos por los que ni el PSOE ni Garzón se muestran especialmente interesados en que el caso avance.

Así, el lunes Rubalcaba sólo intentaba desviar el foco de atención de un asunto que cada vez se va cerrando más en torno a él y al Gabinete del que forma parte. Casi todos los medios de comunicación y todos los partidos políticos, incluido el PP, le siguieron el juego a la hora de sustituir la palabra "chivatazo" por el sintagma "espectacular atentado" en los titulares.

Al fin y al cabo, Cospedal reiteró que en esta segunda legislatura el PSOE ha cambiado sustancialmente su política antiterrorista y que por tanto el PP está en la obligación de apoyarla. No queda demasiado claro, sin embargo, quién es el que ha cambiado en esta segunda legislatura: si un PSOE que se ha dado cuenta de sus errores pasados obstruyendo la investigación de ese delictivo chivatazo al aparato de financiación de ETA o un PP que se ha empeñado en suceder por vía natural a un desgastado PSOE no levantando la voz en ningún asunto, incluyendo casi siempre a la política antiterrorista.

Y decimos casi siempre porque, pese a todo su retraimiento en numerosos asuntos, el PP todavía no se ha sumado a la petición socialista de archivar las pesquisas del caso del chivatazo. Ayer mismo Esteban González Pons, por fortuna dispuesto a hacer oposición al Gobierno, apuntó a las más altas instancias políticas al señalar que Zapatero es el "señor X" del chivatazo: quien dio la última orden para proteger al entramado etarra, fue el presidente del Gobierno.

Algo sobre lo que, por otro lado, no deberían caber demasiadas dudas, pues, con independencia de que fuera o no Zapatero quien ordenara avisar a Joseba Elosúa de que iba a ser detenido –asunto que debería ser dilucidado por unos tribunales no especialmente interesados en ello–, desde luego fue la operación de negociación y entendimiento con ETA, diseñada e impulsada por Zapatero, la que creó el clima para que este hecho se produjera.

Lo incomprensible es, con todo, cómo el PP puede sostener al mismo tiempo que Zapatero es el señor X y que su Gobierno ha modificado en lo sustancial la política antiterrorista. ¿Acaso les resulta verosímil que haya cambiado quien se niega a dilucidar los escandalosos sucesos del chivatazo y quien incluso los llegó a plantear como un mérito en el haber de su Gobierno ante ETA? Todo cambio pasa inicialmente por el reconocimiento de los errores previos, algo que desde luego no se ha producido como prueban, aparte de la obstrucción del chivatazo, la no disolución de los ayuntamientos gobernados por ANV o la no revocación de la moción parlamentaria a favor del diálogo con los terroristas.

En realidad, Zapatero está donde siempre ha estado: en la estrategia de obtener ventajas electorales del terrorismo. Lo que no queda claro es dónde quiere estar el nuevo PP: si enfrente del señor X o a su lado.

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