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Cereales: el mal de la civilización

Siguiendo el dogma impuesto hoy en nutrición, los antiguos egipcios debían haber tenido una salud excelente. Sin embargo, sufrían de una salud catastrófica.

Erbilyos dijo el día 18 de Marzo de 2010 a las 18:58:

Entre unos y otros me están volviendo loco. Al final ya no sé qué comer.

AdolfoDL dijo el día 17 de Marzo de 2010 a las 23:50:

Mienmano.
En primer lugar, todos los artículos tienen una limitación lógica en la extensión y por lo tanto en la profundidad en la disertación.

Sobre la enfermedad periodontal me parece más que difícil intentar rebatir la teoría de los cereales. Una voz más que cualificada y que imparte cátedra en esta materia es el médico dentista y nutricionista Dr Weston Price, al igual que por ejemplo Edward Mellanby, el descubridor de la vitamina D. Ambos demuestran teórica y empíricamente (disponibles están sus publicaciones de la primera mitad del siglo XX) el poder destructivo de los cereales sobre los dientes debido en particular a la capacidad de desmineralización de éstos por su contenido en ácido fítico. Podría dedicar un artículo ex profeso a la enfermedad periodontal desde tal punto de vista, que tiene un muy largo recorrido, aunque no lo tengo previsto de momento. Tu proposición de la arena puede ser válida, pero es incuestionable la de los cereales que puede comprobarse en otras culturas, simplemente te invito a interesarte sobre los estudios de antropología nutricional comparada del Dr Price por ejemplo.

La diabetes adulta o tipo II (supone más del 90% de casos diabéticos) puede ser alentada por factores genéticos, pero es complicado desarrollarla si uno no está expuesto a una dieta proinflamatoria. Me gustaría saber si no qué es lo que puede producir resistencia a la insulina de un modo tan claro y conocido y que no sea la dieta. La endocrinología incluso más convencional y oficial creo que choca bastante con tu presunción.

Mienmano dijo el día 17 de Marzo de 2010 a las 22:44:

No opinaré sobre la tesis de fondo de que los cazadores recolectores tenían una dieta más saludable que los agricultores, que puede ser cierta, pero aquí esa tesis la presenta el señor Lozano con serios errores y sesgos evidentes.

Si intenta apoyar su aserto de que los egipcios tenían mala salud en el estudio de las momias, debe presentar más de una momia, y sólo presenta el caso de la de Hapshepsut. Afirma (y esto si es indudablemente cierto) que los egipcios de clase baja tenía una dieta más pobre en carne que la de los de clase alta. ¡Pero la momia de Hatshepsut es la momia de una dama de estirpe real, que sin duda comería mucha más carne que sus súbditos, y no sirve para sustentar ninguna de estas tesis!

Olvida, además, un efecto comprobado en la mala salud dental de los egipcios: el efecto abrasivo de las harinas con las que hacían el pan, que eran ricas en arena por su primitivo proceso de molienda.

No sé si se ha demostrado estudiando la momia de Hatshepsut (que no está aún claro que fuera de Hatshepsut para muchos egiptólogos, pero que sí es la momia de una dama de familia real del Imperio Nuevo) que esta mujer fuera diabética, pero aún así, la diabetes no tiene necesariamente que ser provocada por la dieta. Eso también lo sabe todo el mundo.

Mi sentido crítico me impide tragar con las histerias dietéticas pregonadas desde otros medios contra la grasa o la carne, pero tampoco se me queda satisfecho con este artículo apresurado del señor Lozano.