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Dr. Enrique de la Morena

Estrés laboral

¿Qué debemos hacer los médicos? En primer lugar, hablar con el paciente y tratar de convencerle de que es necesaria su ayuda para salir de esta situación.

En estos últimos meses la prensa internacional se viene haciendo eco de los problemas laborales de una empresa de telefonía que incluso han llegado al suicidio de muchos trabajadores. También en España, no hace muchos años, el Gobierno de Felipe González aplicó la ley de incompatibilidades a los médicos, incluso a los que tenían más de un puesto de trabajo ganado por oposición, lo que llevó a muchos de estos profesionales, entre ellos catedráticos de universidad, al suicidio. En aquel caso la justicia se puso al lado del Gobierno, sin tener en cuenta que eran personas que habían invertido años en oposiciones muy duras.

Fue en 1935 cuando el doctor Hans Selye empezó a dar a conocer lo que hoy conocemos como estrés, y que él llamó entonces síndrome de estar enfermo. Esta patología se puede definir como el conjunto de reacciones psíquicas y de nuestro organismo que se desencadenan al enfrentarnos de forma inesperada y brusca con una situación lesiva de cualquier origen.

¿Cómo es el proceso? Muy sencillo, al recibir la señal de una situación desagradable, el cerebro del ser humano pone en marcha una serie de actividades. Al llegar la señal al hipotálamo, éste pone en marcha unos factores liberadores aumentando la secreción de ACTH (hormona adrenocorticotropa), la cual estimula en las capsulas suprarrenales la liberación de adrenalina. Esto provoca que tengamos una taquicardia (el corazón empieza a latir más rápido), nos aumente la tensión (hipertensión), la sangre pase casi toda ella a los músculos para tratar de huir del peligro y aumente la insulina para poder metabolizar más energía: es la primera fase de estrés. Puede que la situación se estabilice y el metabolismo se adapte a ella en lo que cabría considerar como segunda fase, que puede llegar a producir agotamiento, debido muchas veces al aumento de la secreción gástrica, que provoca gastritis y ulceras de duodeno. El agotamiento también puede derivar en infarto o angina de pecho. Incluso es posible encontrarnos con dolores cervicales y lumbares, debido a que se contraen los músculos de la zona.

¿Qué debemos hacer los médicos? En primer lugar, hablar con el paciente y tratar de convencerle de que es necesaria su ayuda para salir de esta situación. Farmacológicamente pueden recetarse tranquilizantes, antidepresivos, beta bloqueadores, relajantes, etc. Es el profesional médico el indicado para este tipo de tratamientos. En cualquier caso, puede ser interesante dar algunos consejos tales como:

  1. No fumar
  2. No beber alcohol (tan sólo un vaso de vino en las comidas)
  3. No tomar café
  4. Dieta mediterránea
  5. Dormir entre 7 y 8 horas
  6. Delegar responsabilidades
  7. Decir no a lo que sabemos que no podemos hacer
  8. No llevarnos trabajo a casa.
  9. Establecer prioridades
  10. Alternar duchas de agua caliente y fría

Y recordemos siempre lo que escribió Reinhold Niebuhr:

Señor, dame el coraje para cambiar las cosas que debo,
serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar y
sabiduria para reconocer la diferencia.

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