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Eva Miquel Subías

Sin atajos

Algunos podrían acusarle de ir de "sobradete". Quizás si. Pero cuando se ha tratado a alguien de forma tan manifiestamente injusta y se ha empleado el "todo vale" contra su persona, es lo mínimo que se le puede permitir.

Cazo al vuelo y gracias a Twitter la entrevista que José María Aznar le concede a Pedro J. en Veo7. Menudo par. Como para perdérsela.

Así que preparo una bebida estimulante –prefiero obviar sus ingredientes no vaya a ser que pase a engrosar en breve la lista de lo prohibido- y procuro tener a mano lápiz y papel, por si acaso.

Voy a seguir la línea del ex presidente, así que no me andaré con ningún rodeo. Iré directamente al grano. Con lo que, pese a quien le pese, estoy en condiciones de afirmar que disfruté del encuentro en su plenitud. Vamos, me chifló. Fuera corsés, puños apretados para una mayor contención, miradas de dudosa credibilidad, medias sonrisas que dicen sí pero esconden un casi no. Desátame o apriétame más fuerte, parecía pedirle el presidente de FAES al director de El Mundo, tal y como rezaba la canción. Claro, no. Cristalino. Y no saben cómo se agradece en mitad del actual panorama más que sombrío.

Sin apenas pestañear recordó cómo Alfredo Pérez-Rubalcaba había violado la jornada de reflexión previa a las elecciones generales de 2004, algo que la mayoría parece haber olvidado pero cuyo episodio recordamos algunos de manera muy nítida sin haber ocurrido nada al respecto. Apuntó a la búsqueda permanente de atajos por parte del Ejecutivo socialista, con tal de no aplicar el estado de Derecho, con lo que se refirió de manera contundente a la negociación con ETA, a SORTU y la Ley de Partidos. Sin ambages.

Por supuesto se refirió al tiempo político ya agotado por parte de José Luis Rodríguez Zapatero, habló de la importancia de convocar a los españoles a unas elecciones y señaló cómo el único que realmente tiene algo que decir al respecto de su sucesión se mantiene en silencio. En un misterioso e irresponsable silencio, añadiría.

Sin desperdicio su comentario sobre la cuestión de Libia y sus similitudes o no con Irak, poniendo sobre la mesa, con la aplastante seguridad que te da la experiencia de haber pilotado solito la nave, que la principal diferencia es que él no envió ni una sola tropa de combate, ni un soldado, ni un submarino, al tiempo que mostraba su indisimulada extrañeza al respecto de cómo se puede proteger a la población civil de Bengasi mientras se bombardea Trípoli. Remítanse –apuntó con mirada socarrona- a la página web del Ministerio de Defensa. Oído cocina.

Algunos podrían acusarle de ir de "sobradete". Quizás si. Pero cuando se ha tratado a alguien de forma tan manifiestamente injusta y se ha empleado el "todo vale" contra su persona, es lo mínimo que se le puede permitir. Y el tiempo, además, no sólo ya le está dando, sino que acabará por darle enteramente la razón en muchísimos aspectos tan sectariamente tratados. Otro día los enumeraremos.

"Probablemente contra Bush estaba todo justificado aunque la doctrina sea la misma", apuntó José María Aznar casi al final de su intervención. Y contra ti, también, presidente. Aunque mucho me temo que, por fortuna, el tesón castellano, el criterio y la coherencia le habrán ayudado a mantenerse en la posición que en su día decidió adoptar y permanecer, buscando siempre el camino óptimamente trazado, sorteando uno a uno cada obstáculo y sin caer en la tentación de buscar senderos facilones. Porque así es cómo se gobierna. Sin traicionar los postulados que te permitieron en su día manejar los destinos de una nación.

Aquí lo dejo. Desmelanada, ya. Y aplaudiendo.

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