Los europeos ya hemos superado el susto de la contaminación de los pepinos españoles por parte de una bacteria que, como ya hemos escrito, es muy peleona (y que, a medida que va mutando, nos trae a los médicos y a los investigadores por la calle de la amargura, pues no disponemos de un fármaco especifico para atacarla).
Nosotros desde un principio escribimos y casi juramos que nuestros pepinos no eran la causa de esta patología que ya lleva unas cuentas vidas por delante. Era tal nuestra confianza que D. Federico Jiménez Losantos y yo proclamamos a través de las ondas de esRadio que seguiríamos tomando pepinos españoles y así lo hemos hecho.
También pronosticamos que probablemente su origen se encontrara en la manipulación o en los lugares donde se almacenaran los pepinos. También sospechábamos de la posibilidad de que fuera en una granja de cultivos ecológicos, ya que así como conocemos que los agricultores españoles por ley hacen diferentes análisis bacteriológicos –incluso más de los que la ley les dicta– no nos consta que las granjas ecológicas tengan esta obligación.
Nos han hecho varias preguntas sobre si esas plantas que se cultivan a la orilla de los ríos pueden estar contaminadas; la respuesta es que sí con mayúsculas. Si vamos por el campo y cogemos plantas comestibles debemos dejarlas al menos 12 horas en lejía alimentaria, ya que es muy probable que estén contaminadas de parásitos o de bacterias agresivas para el ser humano. Es más, les aconsejamos que las que se compren en establecimientos se laven también; así evitaremos males mayores.
Nos llega la noticia de que unos niños en Francia se han contaminado de Escherichia Coli al ingerir unas hamburguesas y que se encuentran en estado grave. No dejaremos de repetir que es una bacteria muy agresiva para el humano: ya hace años ocurrió en los EEUU por comer carne poco hecha. Insistimos: mucho cuidado con la alimentación; cuantas más medidas higiénicas, mejor.