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Clemente Polo

Menos con Mas, continúa el cambio

Engañó primero a los electores, haciéndoles creer que, si le votaban, llevaría a los mejores a su gobierno y que bastaría con eliminar el despilfarro y el caos que presidieron los gobiernos de Montilla para lograr que Cataluña recobrara su lustre.

Desde que inició la precampaña electoral muchos meses antes de convertirse en presidente del gobierno de la Generalitat de Catalunya el pasado diciembre, el Sr. Artur Mas i Gabarró ha hecho honor a su aureola de ser el digno sucesor de Jordi Pujol.

Engañó primero a los electores, haciéndoles creer que, si le votaban, llevaría a los mejores a su gobierno y que bastaría con eliminar el despilfarro y el caos que presidieron los gobiernos de Montilla para lograr que Cataluña recobrara su perdido lustre. Pronto, sin embargo, pudieron comprobar que sus promesas eran una mera cortina de humo. Para empezar, los "mejores" resultaron ser sus compañeros de partido –Homs, Pujol (Oriol), Turull, Puig, Recoder, etc.– , los mismos que velaron armas junto a Daniel Osàcar –secretario personal de Mas entre 2000 y 2005 y tesorero de CDC hasta 2010–, antes de que éste compareciera en la comisión parlamentaria que investigó el expolio del Palau, y los mismos que escoltaron al bueno de Osàcar cuando testificó como imputado ante el juez que instruye la causa en los juzgados de Barcelona. En esas fotos inolvidables, sólo se echan en falta entre los "mejores" a los padrinos y cerebros de la trama mafiosa.

Unos meses después volvió a engañar a los catalanes retrasando, con burdas excusas, la presentación de los presupuestos de 2011 hasta pasadas las elecciones municipales del 11 de mayo, con el propósito evidente de ocultarles los planes que su gobierno había elaborado para iniciar el desmantelamiento de la educación y sanidad públicas en Cataluña. Algunos ciudadanos quizás creyeron sinceramente que Mas y los suyos, una vez en el gobierno, pondrían en marcha reformas para mejorar la calidad de los servicios públicos, esenciales para los grupos con niveles de renta más bajos y medios; pero transcurrido ya casi un año desde que tomaron posesión de sus cargos se habrán percatado de que la única receta en la botica del Sr. Mas es recortar el número de profesores y personal sanitario. Podemos estar seguros de que estas políticas empeorarán la calidad de la enseñanza pública en los próximos años y engrosarán las listas de espera de la sanidad pública, poniendo en peligro el futuro de muchos jóvenes y ocasionando dolor y angustia a los enfermos sin acceso a la sanidad privada. No creo que a Mas y a sus "mejores" les importe un pimiento que así ocurra, pues ni sus hijos van a la escuela pública ni ellos acuden, como la mayoría de los ciudadanos a hacer cola, en los CAP y hospitales públicos.

Intentaba Mas repetir de nuevo la jugada, retrasando la presentación de los presupuestos de 2012 –que incorporarán a buen seguro nuevos recortes– hasta pasadas las elecciones generales del 20 de noviembre. Y aunque la mayoría de los grupos parlamentarios se han negado a seguirle el juego, seguro que Mas evitará descubrir sus cartas durante las próximas semanas. Pero digan los que digan los dirigentes de CDC en la campaña, los ciudadanos deben saber que el programa de Mas se resume en una cara triste y un lema: "Menos con Mas: continúa el cambio".

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