La decisión de Francisco Álvarez-Cascos de disolver la Junta General del Principado de Asturias y convocar elecciones para el 25 de marzo era una posibilidad que se contemplaba hace semanas, aunque no se esperaba. Pero no ha sido improvisada: su sorprendente intervención de esta tarde ocupa cuatro folios de letra apretada.
Como el presunto complot regional entre PP y PSOE no llega a tanto, tampoco cuajó una posible moción de censura, por lo que no disolver equivalía de hecho a perpetuar una situación insostenible, que ni siquiera serviría para poder ir consolidando su joven partido.
La debacle del PSOE y el vigor del PP en España influirán, sin duda, en el interesante proceso de renovar las listas cerradas y bloqueadas de candidatos, pues sin duda no serán las mismas que hace diez meses. No es sencillo que Cascos-Foro logre repetir tantos apoyos como tuvo entonces, y el PP, recién renovada la alcaldía de Oviedo, podrá presentar una lista que, bien arropada por el Gobierno de España, se impondrá sin duda sobre un PSOE que no puede prometer más que ideología ya gastada.
Durante las próximas nueve semanas, los cien mil parados asturianos se podrán entretener siguiendo un proceso electoral que se barrunta más agrio y tenso que nunca.