Menú
GEES

Escalada en Siria

No estamos muy seguros del claroscuro diplomático en el que nos sitúa la decisión de cerrar la Embajada en Damasco. No rompemos relaciones, pero tampoco las mantenemos

En Siria el mejor desenlace para Occidente sería sustituir a Asad por un régimen liberal democrático, y que los sirios le organicen un juicio justo. El peor, la perpetuación de la violencia tiránica o la deriva en el caos. Al carecer de la fuerza diplomática, moral o de otro orden, para lo primero, tenemos que conformarnos con moderar lo segundo.

Hay ya 8.700 muertos y Asad niega a la Cruz roja entrada en Homs. Entretanto Estados Unidos propone una resolución del Consejo de seguridad - amortizado el veto ruso y chino a la condena en febrero – que permita asistencia humanitaria.

En este espeluznante escenario, España anuncia el cierre de la embajada en Damasco. No estamos muy seguros del claroscuro diplomático en que nos sitúa esta novedosa decisión, pero algo es algo. No rompemos relaciones, pero tampoco las mantenemos; nuestros funcionarios permanecen en la delegación de la UE, que se encarga de los intereses de los españoles, como lo haría otra nación europea en cuanto dejemos de tener representación allá. Sea lo que fuere, se lleva: Estados Unidos lo hizo a principios de febrero, Inglaterra el 1 de marzo, Francia el 3, Canadá el 5.

La UE ha impuesto doce rondas de sanciones a Siria. No podemos venderles armas, ni importar su petróleo, ni permitimos viajar a sus autoridades. Por lo demás, vistas las consecuencias de la primavera árabe: gobierno islamista en Túnez con asamblea constituyente a favor de la sharia, parlamento islamista y junta militar ejecutiva en Egipto, caos en Libia donde Cirenaica se declara “semi-independiente”,… la cautela es la norma en Europa. Se sigue la doctrina Obama: el liderazgo desde atrás. Si se interviene en Libia es detrás de la decisión de la Liga Árabe aceptando la zona de exclusión aérea. Occidente delega los problemas árabes o musulmanes, tras haber meditado las experiencias iraquí y afgana, en los árabes y los musulmanes.

Con todo, Siria arde. El senador americano McCain ha pedido represalias militares porque no parece que nada funcione. Debería hacer reflexionar a quienes ven languidecer alegremente los ejércitos occidentales en el maremágnum de recortes, empezando por Estados Unidos.

No obstante, el rarísimo concepto de la responsabilidad de proteger enarbolado durante la crisis libia es de difícil aplicación en Siria: geografía desfavorable, ejército poderoso, alianza con Hezbolá, desconocimiento de la oposición, apoyo chino y ruso.

La bestial actuación de Asad no es nueva. El dictador es una mala copia de su padre que mató en Hama a decenas de miles de compatriotas, muchos Hermanos Musulmanes. Sería conveniente detener las masacres fomentando el advenimiento de la democracia liberal en los pueblos islámicos. Habría que estar dispuestos a intervenir y permanecer implicados hasta que las transiciones estén consagradas. ¿Lo seguimos estando, por ejemplo, en Afganistán? Un estado puede lo que su opinión pública. Los ministerios occidentales hacen lo que pueden con lo que tienen: el tibio y fugaz compromiso de sus opiniones públicas. No se les puede pedir más.

Temas

En Internacional

    0
    comentarios
    Acceda a los 1 comentarios guardados