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Yihadistas extranjeros en Siria

Una decena de habitantes de la localidad de Castillejos, la más próxima a Ceuta al cruzar la frontera del Tarajal, habría muerto en los últimos meses. Estos se añaden así a nutridos grupos de tunecinos y de libios.

La muerte parece que confirmada de un español como combatiente yihadista en Siria es una llamada de atención sobre algo ya ocurrido en conflictos como el bosnio, el afgano o el iraquí y que es extremadamente preocupante.

El taxista ceutí Rachid Wahbi, vecino del barrio del Príncipe Felipe, habría muerto el 1 de junio y formaba parte de un grupo detectado de al menos tres españoles que se habría desplazado a Siria en abril para combatir en este emergente frente yihadista. En él no hay objetivos infieles, que sí había en Irak, pero sí apóstatas (el régimen de Bashar El Assad y sus seguidores, pertenecientes además a una rama shií del Islam y por tanto rechazable para los yihadistas) que para los extremistas tienen tanta o más importancia. Como ya ha ocurrido en otras ocasiones, el efecto contagio de nuestra frontera terrestre con Marruecos tiene su importancia, y a los grupos de marroquíes procedentes de Tetuán o de Castillejos detectados en Siria se han unido desde abril un grupo de españoles ceutíes. Una decena de habitantes de la localidad de Castillejos, la más próxima a Ceuta al cruzar la frontera del Tarajal, habría muerto en los últimos meses. Estos se añaden así a nutridos grupos de tunecinos y de libios que son visibles en diversos frentes de combate de Siria, país al que acceden supuestamente desde Turquía.

Recordemos que hace algo más de un lustro Siria era uno de los lugares privilegiados de paso para los yihadistas que acudían a Irak a combatir a estadounidenses y otros extranjeros que estaban poniendo en pie el Estado post-Sadam. Hoy la dirección de los flujos ha cambiado e incluso parece que desde Irak han cruzado yihadistas para combatir al régimen de Damasco.

Ardua tarea está siendo para las Fuerzas de Seguridad descubrir y desmantelar las redes que canalizan combatientes. Para el caso marroquí algunas fuentes han señalado a círculos de Justicia y Caridad, el grupo ilegal pero tolerado de islamistas, con importante implantación en algunos círculos de la inmigración marroquí en España, como implicados en la trama. Cuanto antes se desenmascare a los organizadores de estos circuitos de la muerte antes cortaremos su flujo a un país en conflicto que lo último que necesita es convertirse en destino de los yihadistas salafistas del mundo. El problema es que, en un mundo tan interconectado como es el actual, mensajes incendiarios como el del jeque yihadista jordano Abu Mundhir Al Shinqiti, quien el pasado noviembre emitiera una fatua (decreto religioso) llamando al Yihad guerrero contra el régimen de El Assad, o la confirmación desde la cúpula de Al Qaida en febrero del emir de la red Ayman Al Zawahiri insistiendo en la llamada, el combate antiterrorista es aún más arduo. Además, el que se impliquen figuras emblemáticas como el libanés Abdel Ghani Jawhar, líder del grupo Fatah El Islam, fallecido el pasado 20 de abril combatiendo al régimen alauí, refuerza el atractivo para algunos iluminados.

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