En la campaña electoral, el candidato Patxi López se presenta como socialista, como el hombre capaz de frenar al nacionalismo separatista vasco; pero durante su mandato como lehendakari, en temas muy significativos, ha continuado la línea marcada por los que le precedieron, por lo que se le puede considerar un alumno aventajado de Ibarretxe. He aquí una pequeña muestra.
Toma de posesión
Patxi López pudo ser el primer lehendakari en tomar posesión jurando o prometiendo acatar la Constitución, acto común en el resto de España, incluso entre los concejales socialistas vascos; pero él prefirió imitar a los anteriores lehendakaris peneuvistas y evitó hacerlo.
Bandera de España
Una de las características de la mayor parte de los cargos nacionalistas es el poco respeto que muestran a la bandera nacional, que no colocan en los lugares que le corresponden.
Como todo el mundo sabe, y me consta que también el señor López, la bandera de España debe ondear en el exterior de todos los edificios dependientes de cualquier administración y ocupar el lugar preferente en su interior; pero a pesar de que lo dice la Ley 39/1981, y a pesar de que el Tribunal Supremo confirmase en 2009 la sentencia de 15 de septiembre de 2004 del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, en la que ordenaba al Gobierno vasco colocar la bandera de España y la bandera autonómica en todos sus edificios y establecimientos, López sigue sin instalarlas.
Este caso es muy significativo y muestra la otra cara del Gobierno de Patxi López, ya que al día siguiente de que le notificasen que la sentencia era firme emitió un comunicado en el que se decía que respetaba y acataba la sentencia, pero la verdad, la realidad, es que, tres años después de ese comunicado, la sentencia sigue sin cumplirse.
Es posible que Patxi López intente defenderse argumentando que ya ha instalando las banderas en la Lehendakaritza, en Ajuria Enea, en Osakidetza y en la sede del Gobierno vasco (por cierto, en unos ridículos mástiles), pero eso no es cumplir la sentencia, eso es una demostración de que la conoce y no la cumple, pues el Gobierno vasco tiene muchísimos edificios donde no ondean las banderas en sus fachadas. Por ejemplo, hay una veintena de comisarías de la Ertzaintza donde no ondean ni la bandera de España ni la bandera autonómica, y eso que el consejero de Interior, el señor Ares, también se comprometió públicamente a instalarlas.
En algún caso el Gobierno de Patxi López ha ido más lejos en su desprecio a la ley y a la sentencia, como sucedió en el antiguo INEM de Vitoria-Gasteiz, hoy oficinas centrales del Servicio Vasco de Empleo, Lanbide, donde descaradamente retiraron los tres mástiles en los que ondeaban la bandera de España, la autonómica y la europea.
La única persona del Gobierno vasco que ha cumplido con su obligación en este tema, y que ha dado una lección al señor López y al señor Ares, es la consejera de Justicia, ya que en abril de 2011 instaló con dignidad las citadas enseñas en la fachada de los once juzgados donde faltaban. Su antecesor en el cargo, el señor Azkarraga, que según decía no colocaba las banderas por no tener un puñetero duro para mástiles, se sentirá ahora satisfecho.
Esta situación tan lamentable del Gobierno vasco sigue manteniéndose por la falta de decisión del anterior delegado del Gobierno socialista, que no se atrevió a exigir a su compañero Patxi López el cumplimiento de la Ley de Banderas, pero es de esperar que el nuevo delegado, habiendo concedido ya un plazo prudencial al Gobierno vasco para que cumpla la ley, no tarde en solicitar en el juzgado la ejecución de la sentencia.
Ertzaintza
Otro de los puntos en los que el Gobierno de Patxi López coincide con sus antecesores peneuvistas es en la negativa a tomar el juramento o promesa de acatamiento de la Constitución a los ertzainas.
La ley exige que todos los funcionarios juren o prometan acatar la Constitución, pero en el caso de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad es reiterativa; además, existe la sentencia de septiembre de 2008 que recuerda al Gobierno vasco la obligatoriedad que tienen los ertzainas de jurar o prometer acatar la Carta Magna.
El anterior delegado del Gobierno socialista debería haber exigido el cumplimiento de la ley y la sentencia, pero, una vez más, será un delegado no socialista el que tenga que hacerlo (en caso de que no lo haya hecho ya).
Exiliados
En la historia de España ha habido dos etapas en la que muchos vascos, demasiados, tuvieron que exiliarse. La primera va del año 36 al 39, por la guerra, y la segunda desde comienzos de los 70 hasta el 2011, por la presión terrorista.
Patxi López, al igual que los nacionalistas, quiere que se trate de manera diferente las dos épocas. Mientras que ve correcto que los primeros exiliados, sus hijos y sus nietos –muchos de los cuales no han pisado ni pisarán Euskadi– puedan votar en las elecciones vascas desde sus lugares de residencia, no le parece bien que lo hagan los que se fueron por la presión terrorista: argumenta que la presión terrorista ha desaparecido y que, por lo tanto, esos exiliados pueden regresar de nuevo a Euskadi. ¡Como si la guerra del 36 no hubiese acabado hace unos años!
Euskadi o Euskal Herria
Cuando todo el mundo tiene claro la diferencia entre lo que es Euskadi y lo que es Euskal Herria, Patxi López parece no aceptarlo. Como muestra del sinsentido de lo que está haciendo vemos que el pasado 17 de agosto su Gobierno anunciaba, en el Boletín Oficial del País Vasco, la formalización de un contrato que tenía por objeto "la contratación del patrocinio de un equipo deportivo ciclista con el fin de promocionar Euskadi como destino turístico" por un importe de 450.000 euros; pero lo sorprendente es que cuando uno consulta el citado boletín oficial encuentra que en su membrete en euskera no dice serlo de Euskadi, dice serlo de Euskal Herria (Euskal Herriko Agintaritzaren Aldizkaria).
Ya sabemos que el asunto es viejo, que los nacionalistas de la época dieron equivocadamente ese nombre al boletín oficial, pero lo que no es nada viejo es el informe de 18 de julio de 2003 de la Real Academia de la Lengua Vasca–Euskaltzaindia, en el que aclara y dictamina lo que significa Euskal Herria, y al que por oscuros motivos Patxi López no quiere tener en cuenta.
También es una gran contradicción que la consejera de Educación, Universidades e Investigación de su Gobierno hablase de retirar de los libros de texto el término de Euskal Herria como entidad administrativa, por ser falso y por la carga ideológica que conlleva, mientras la Universidad del País Vasco, en sus publicaciones y rótulos en euskera, dice que lo es de Euskal Herria y no de Euskadi (Euskal Herriko Unibertsitateko).
Lo mismo ocurre con la Academia de la Policía Vasca, que en sus publicaciones y rótulos en euskera reniega del nombre de Euskadi en favor del término Euskal Herria (Euskal Herriko Polizia Ikastegia).
En este caso, el respeto reverencial del señor López a las erróneas denominaciones nacionalistas habrá sorprendido hasta a los dirigentes de la coalición Euskal Herria Bildu, pues ellos sí tienen clara la diferencia entre Euskadi y Euskal Herria.
Modelo educativo
La línea que sigue Patxi López en el respeto al modelo lingüístico es la mismo que se siguió en la época nacionalista. Este mismo año un prestigioso colegio de Vitoria-Gasteiz solicitó concertar el bachiller en el modelo A (enseñanza en castellano) para que sus alumnos de secundaria pudieran continuar sus estudios en el colegio y atender la demanda de los padres de otros centros que quieren que sus hijos hagan el bachiller en castellano; pero sin explicación ni justificación alguna le ha sido denegado por el Departamento de Educación del Gobierno Vasco.
Comentario final
Ya que no tendré ocasión de hacerlo personalmente, me gustaría que en cualquier debate o entrevista se le preguntase a Patxi López por qué tiene aversión a jurar o prometer acatar la Constitución, como sí hace el resto de los presidentes autonómicos; por qué no cumple la Ley de Banderas ni las sentencias citadas anteriormente; por qué no quiere que los exiliados vascos no recuperen su derecho al voto en Euskadi; por qué se empeña en potenciar Euskal Herria en detrimento de Euskadi, por qué pone pegas a que haya colegios que impartan sus enseñanzas en castellano y, en definitiva, por qué actúa en estos casos como si fuese nacionalista.