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José Bastida

La letra con doctrina entra

La crisis estructural en la que está sumida España se superará si se empieza reformando el sistema educativo, liberándolo de la atadura del Estado

Españolito que vienes al mundo, la escuela autonómica ha de helarte el corazón. Estudiante que amas el saber y la cultura humanística occidental, la casta profesoral anquilosada y sectaria, afecta al patético izquierdismo, te condenará a la frustración académica y al fracaso intelectual, porque tu búsqueda de la excelencia será un tiempo perdido.

Son letanías de una nación que hace tiempo se engañó a sí misma y se volvió a la tribu como ámbito propicio para conjurar la realidad desde el adoctrinamiento escolar y social. Los treinta y cinco años de "restauración borbónica" nos han dejado esta democracia mórbida, llena de clanes políticos, oligopolios, castas ideológicas, banderías autonómicas de toda laya... y lo peor de todo: un sistema educativo de monopolio público endogámico y manipulador que ha forjado un imaginario colectivo en las nuevas generaciones basado en la nadería del relativismo materialista, la mediocridad académica y el neopaganismo de las costumbres como valor absoluto.

Los enseñantes, formados en el marxismo de Gramsci, bien instalados y mejor retribuidos con nuestros impuestos, discípulos de la sociología de Bordieu y el feminismo de Simone de Beauvoir, han creado unas nuevas generaciones muy dóciles y ahormadas en los frívolos principios de la progresía: anticapitalismo de café y gintonic (botellón "las más noches", los ninis); pensamiento oenegero y de subvención; maniqueísmo político (ellos, los de izquierdas, son los buenos y los demás, fachas); en definitiva, una clase socialdemócrata que valora el mundo y la realidad como una reducción a la fórmula de que el Estado pague todos los gastos.

Temarios disparatados

Este desolador panorama es una consecuencia de los disparatados temarios que estudian nuestros educandos. Como ejemplos destacados y ya convertidos en leyendas negras de España se encuentran las disciplinas de Historia y Lengua Española. El desprecio por la verdad histórica es delirante. Porque ¿cómo podemos vivir soportando tanto tiempo la minimización e incluso la apología del comunismo que se hace en la escuela? La mayor industria criminal de la humanidad se presenta a los estudiantes como una alternativa social; incluso se jalea su iconografía: el asesino Che Guevara, que firmaba como Stalin II, es un símbolo para decenas de miles de jóvenes víctimas de la Logse.

En cuanto a la lengua, la situación ya es sociopatológica. ¿Cómo se puede aguantar por más tiempo el atropello a los derechos lingüísticos de los ciudadanos que quieren escolarizar a sus hijos en español, sin menosprecio del aprendizaje de las lenguas vernáculas? Es un derecho inalienable, natural, que se conculca de forma alevosa y continuada en todas las comunidades con dos lenguas oficiales. Como el lenguaje es pensamiento y "mi mundo se acaba allí donde acaba mi lenguaje" (Wittgenstein), las castas políticas y educativas nacionalistas utilizan la lengua como arma revolucionaria y de control social, en la más siniestra tradición marxista. En las comunidades bilingües, la presión nacionalista en los colegios e institutos se hace angustiosa hasta límites intolerables. La tentación totalitaria de muchos docentes llega al extremo de que la asignatura de Lengua Española (la llaman castellana para minimizarla) se da en lengua vernácula. Ni esa disciplina académica respetan... Los casos son incontables. La inspección del Estado ni está ni se le espera. ¿Cómo se puede construir una sociedad próspera y libre con tanto inquisidor e ingeniero social?

La falsaria antropología marxista (la letra con sangre y doctrina entra) se ha instalado en nuestras escuelas públicas para que las izquierdas y el nacionalismo vendan las nuevas generaciones como "las mejor preparadas de la historia". Pero la realidad es muy tozuda: España obtiene resultados muy mediocres en el informe PISA de eficiencia educativa y gasta mucho más que los países que lideran el estudio. Por tanto, el problema no es una cuestión de dinero ni de tímidos recortes, sino de este frívolo sistema pedagógico que aboca al fracaso y el abandono escolares, así como al desinterés del alumno por aprender e instruirse.

La dictadura silenciosa de castas y tribus nacionalistas sume a la sociedad en un miedo no exento de cobardía. Y la cobardía es la antesala de la crueldad (Montaigne). El sistema se convierte en cruel porque la masa es dócil y manipulable por la abrumadora propaganda de lo progre y políticamente correcto. Y las guerras las ganan los maestros de escuela (Petain). Así, los padres y los ciudadanos en general se sienten desamparados; porque frente a este paisaje de carcundia progre no hay un discurso cívico que acabe con la apologética y reivindique la mayéutica: el despliegue de la libertad individual. Han triunfado la vulgaridad académica y el pensamiento insolente.

El modelo sueco

Estos son los hechos. La crisis estructural en la que está sumida España se superará si se empieza reformando el sistema educativo, liberándolo de la atadura del Estado. La profunda crisis que sufrió Suecia en los años 90 del siglo pasado se superó con un cambio radical en toda la estructura educativa socialdemócrata del país. Suecia dio voz y protagonismo a la sociedad civil para que ésta tuviese el control de la enseñanza en todos los niveles, empezando por la instauración del cheque escolar: los ciudadanos tenemos derecho a poder educar a nuestros hijos según nuestro ideario vital y, por tanto, el Estado nos debe devolver el dinero que dedicamos de nuestros impuestos a educación si optamos por alternativas escolares no públicas. No somos el cajero automático de políticos ni de castas profesorales endogámicas y doctrinarias.

Con este planteamiento, la sociedad sueca inició su recuperación económica y regeneración social. La reforma de la educación fue el cambio más radical y de mayores consecuencias en la transformación del viejo Estado. Los profesionales de la docencia aprovecharon las nuevas posibilidades que ofrecía la regeneración y en poco tiempo Suecia se llenó de las llamadas escuelas libres o independientes . Ahí tenemos un modelo a seguir.

En España no sabemos cuándo acabará esta pesadilla, porque mientras no devolvamos a la sociedad civil, es decir, al individuo y a la familia, el control de la educación no saldremos de esta zozobra. Queda todo por hacer. En primer lugar, hay que abrir el debate de la privatización y el cheque escolar, porque aquí no existe la enseñanza privada: sólo hay pública y concertada (subvencionada). Mientras no afrontemos este reto educativo, la nación seguirá desangrándose entre la politiquería y la astenia social.

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