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Guerra por procuración

Es improbable que cese la violencia, pese al alto el fuego. Y la clave de este asunto está en Teherán, no en Gaza.

Mientras Hillary Clinton hacía consultas entre Hamas e Israel, los islamistas arrastraban en moto por Gaza a supuestos colaboracionistas y plantaban una bomba en un autobús en Tel Aviv. Este salvajismo mostraba lo improbable del cese de la violencia, aunque se declare el alto el fuego.

Ciertamente, el presidente egipcio, Mohamed Morsi, se ha empleado a fondo para que sus allegados de la Hermandad Musulmana de Gaza, también conocidos como Hamás, alcancen una tregua y dejen de avergonzarlo ante el planeta. No era su única tarea de los últimos días, pues Egipto estaba a punto de lograr un acuerdo con el FMI para un préstamo de 4.800 millones de dólares. La economía del país de las pirámides ha sufrido el abandono del turismo y de la inversión extranjera provocados por la primavera árabe.

Durante las jornadas precedentes las autoridades americanas y europeas habían coincidido en condenar a Hamás como culpable y subrayar el derecho de Israel a defenderse. Era un avance en relación con la guerra de 2008-2009. Entonces la elite descubrió el fundamento de la teoría de la guerra cuando no está en ella: la proporcionalidad. Es precisamente la desproporción de un lado con respecto a otro lo que permite terminar una guerra. Con proporcionalidad, los marines de Normandía no hubieran tomado los acantilados defendidos por la Wehrmacht. Así que debe de haber algo más que la novedosa eficacia defensiva de la Cúpula de Hierro que haya hecho reflexionar a Occidente.

Acaso haya aprendido al fin la historia de Gaza. Sharón se retiró de la Franja unilateralmente en 2005 buscando una mayor seguridad, tras las dos terroríficas Intifadas. Fueron evacuados unos 9.000 colonos, y entregado el territorio a la Autoridad Palestina. Hamás reclamó el poder. Ganó las elecciones parlamentarias, expulsó de allí al partido del presidente palestino, Mahmud Abás, y nombró a su propio primer ministro, distinto del que gobierna en Cisjordania. Comenzó luego su hostigamiento a Israel, cumpliendo así con la promesa de aniquilación del Estado judío que figura en su carta fundacional.

O acaso interprete como una amenaza los acontecimientos recientes. Junto a la reelección de Obama, y el peligro de la menor proyección económica y militar de América, se ha conocido el aumento de la capacidad de producción nuclear de Irán y que el plazo infranqueable para detener el programa se sitúa en la próxima primavera. Si Hamás cuenta con un arsenal de 14.000 cohetes iraníes, la milicia chií Hezbolá, radicada en el Líbano con el apoyo de Asad e Irán, tiene cinco veces más, a pesar de la fuerza de interposición de la ONU que pagamos allí.

Es decir, esto tiene mucho menos que ver con la convivencia entre israelíes y palestinos, para lo cual sólo hace falta que cese el terrorismo, que con el tanteo iraní de la firmeza de las defensas occidentales y el grado de autonomía de los nuevos dirigentes suníes.

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