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Guillermo Dupuy

Lo de Moisés no fue impedimento para Josué

Lo dramático de estas elecciones es que lo ridículo no ha terminado en fracaso, por mucho que Mas se haya dado un monumental batacazo electoral

No hay mejor excusa para no tener que plantar cara al adversario que darlo por muerto. Y esto es lo que buena parte del PP y de la prensa madrileña están haciendo con los resultados electorales de este domingo en Cataluña. El hecho de que CiU haya perdido nada menos que 12 de los 62 escaños que tenía les lleva a dar por esfumado el sueño de Artur Mas de convertirse en el Moisés destinado a llevar al pueblo catalán a la tierra prometida de la independencia. Olvidan, para empezar, que Moisés murió antes de pisar esa tierra prometida, lo cual no impidió a Josué tomar el testigo y ver ese sueño hecho realidad. Artur Mas no tiene, además, que renunciar a liderar esa aventura, si tenemos en cuenta que, a pesar de su indiscutible revés electoral, CiU ha ganado las elecciones con casi el doble de escaños que su inmediato seguidor, que ya no es un ambiguo PSC, sino una formación abiertamente secesionista como ERC.

Entiéndaseme bien. No quiero negar el fracaso, ni siquiera el ridículo, que ha hecho CiU al convocar estas elecciones con la pretensión de catalizar en su beneficio el movimiento secesionista, para luego perder uno de cada cinco escaños que tenía. Pero más ridículas eran y son sus pretensiones mesiánicas y su imagen de una Cataluña esclavizada que busca liberarse del yugo español con la creación de un Estado propio, y ahí ha estado CiU y puede seguir estando. Lo dramático de estas elecciones es que lo ridículo no ha terminado en fracaso, por mucho que Mas se haya dado un monumental e inesperado batacazo electoral. Y esto es así porque esa pérdida de escaños de CiU no ha beneficiado a las formaciones que combaten sus delirios soberanistas sino a ERC.

Aquí hay algunos que parecen no querer ver que los partidarios del referéndum de autodeterminación no sólo han conservado sino que han mejorado los ya espléndidos resultados que obtuvieron hace dos años. Parecen no querer ver que la pérdida de escaños de CiU la suple prácticamente por sí sola ERC. A eso habría que sumar los tres escaños más de ICV, formación que algunos parecen olvidar también lleva el referéndum de autodeterminación en su programa electoral.

En este momento histórico, en el que los nacionalistas ya no disimulan el secesionismo que siempre han impulsado, que el PP sólo haya obtenido un escaño más y pase de la tercera a la cuarta posición es una calamidad que no borra el espléndido y esperanzador resultado de Ciutadans.

Que Albert Rivera dé por muerto a Mas no es, en su caso, excusa para eludir la confrontación, sino que forma parte de su lucha política contra el nacionalismo. Pero en el caso de la vehemente, aunque siempre condescendiente, Sánchez Camacho, me temo que su optimista actitud sólo es la antesala para vendernos una CiU que ya se ha bajado del monte y recuperado la cordura, y a la que se puede volver a apoyar.

El deber de seguir combatiendo políticamente al nacionalismo no lo borran los resultados electorales de este domingo, como no lo borra las advertencias de Bruselas. Los delirios nacionalistas siguen intactos, por mucho que los den por disipados los que nunca han estado dispuestos a combatirlos.

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