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José García Domínguez

Los cadáveres en el armario de Duran Lleida

Una bala de nueve milímetros le había atravesado el cerebro. O eso dicen. Porque forense alguno tuvo acceso al cadáver.

Viuda: Mi marido recibía muchas presiones.
Abogado1: ¿Presiones para enriquecerse?
Viuda: No.
Abogado1: Yo, de ésas me gustaría recibir bastantes.
Viuda: Presiones posiblemente de sus superiores. Antes había dicho que podrían ser cargos políticos.
Abogado1: ¿Para qué? ¿Para enriquecerse personalmente?
Viuda: No. Para ayudar a quien fuera.
Abogado 2: ¿El señor Duran Lleida, que se dice que fue a su boda?
Viuda: Podría ser.
Abogado 2: ¿El señor Sánchez Llibre, que no sé si fue a su boda?
Viuda: Estaba invitado, pero no fue.
Abogado 2: ¿Es una de las personas del círculo político de mayor jerarquía que podría ejercer presiones sobre este asunto?
Viuda: Podría ser. Mi marido era militante de Unió y participaba plenamente en ese partido.

Meses antes de que tuviera lugar ese diálogo ante el tribunal que juzgaba a nueve dirigentes de Unió por varios delitos comunes, el cuerpo del difunto esposo de la viuda apareció en una pensión de Manila, la capital de Filipinas. Una bala de nueve milímetros le había atravesado el cerebro. O eso dicen. Porque forense alguno tuvo acceso al cadáver. Alguien de la Policía filipina ordenó que sus restos fueran incinerados por el procedimiento de urgencia. Un frasquito repleto de cenizas por completo inasequibles a cualquier peritaje de ADN, eso era todo lo que quedaba de Joan Cogull, hombre de máxima confianza de la dirección de Unió y jefe de Turismo de la Generalitat, al retornar a España.

Ocurrió cuando otro fiel de Duran, cierto Fidel Pallerols, andaba robando a los parados catalanes por la nada cristiana vía de desviar hacia el partido los fondos europeos de formación. Cuentan los avisados que en aquel entonces el diputado Josep Sánchez Lliure exhibía en su despacho cierto fotomontaje que provocaba grandes chanzas entre las visitas. Era una fotografía de Kennedy y su esposa, Jacqueline, sosteniendo a un hermoso bebé. Aunque en la estampa los rostros de la célebre pareja habían sido sustituidos por los del propio Sánchez Llibre, que ocupaba el lugar del padre, y Domènec Sesmillo, otro de los capitostes de Unió, que hacía de madre. El lector habrá adivinado que la carita del angelical John John aparecía sustituida por la siempre radiante testa de Duran Lleida. Ya se sabe, bromas de la familia. 

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