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Pablo Molina

El debut literario de Miguel Ángel Moratinos

"Ya que me pongo a escribir", debió de pensar Moratinos, “aprovecho y acabo con una lacra de la Humanidad”

Miguel Ángel Moratinos ha escrito un libro y una editorial española lo ha publicado. Ninguna de las dos cosas era estrictamente necesaria, pero el incuestionable talento del exministro y la voluntad emprendedora del editor han vencido al lógico temor ante el lanzamiento de una nueva obra al mercado, actualmente muy hostil a cualquier cosa que no vaya de las urgencias inguinales de vampiros adolescentes o de vastas conspiraciones gnósticas surgidas en la noche de los tiempos.

En su libro, el primero de la que, esperamos, sea una fructífera carrera literaria, el ministro de Exteriores con ZP explica cómo resolver el problema del hambre en el mundo. "Ya que me pongo a escribir", debió de pensar Moratinos, "aprovecho y acabo con una lacra de la Humanidad". En realidad, con la mera publicación de un libro no es posible solucionar un problema de esa magnitud, por más ejemplares que se vendan del mismo, pero en cambio sí se puede iluminar a los dirigentes mundiales sobre lo que tienen que hacer al respecto, que es, en última instancia, la pretensión de Moratinos.

Según explicó el autor en el coqueto acto de presentación, la culpa del hambre en el mundo es de la ONU, una organización "sin voluntad política" para afrontar este grave problema. La primera muestra de esta ausencia de voluntad política fue precisamente su negativa a nombrar a Moratinos director de la FAO, su órgano especializado en la lucha contra el hambre; pero la proverbial modestia del exministro le ha impedido formular expresamente esa clamorosa denuncia. Las consecuencias de este desplante las está pagando la Humanidad, cuyos grupos más desfavorecidos siguen padeciendo hambrunas innecesarias, que se cobran miles de vidas cada año.

En la presentación del panfleto (en el encomiástico sentido dieciochesco del término) estuvo lo más granado del zapaterismo, con el titular abriendo plaza. A esta puesta de largo literaria acudieron María Teresa Fernández de la Vega, Carmen Chacón, que destacó la lucha de Moratinos "contra cualquier desprotección del ser humano" (sic), Rosa Aguilar, César Antonio Molina y Gabilondo el Grande, con Gabilondo el Chico, Iñaki, haciendo las veces de moderador de un coloquio en el que Mayor Zaragoza brilló con luz propia, para satisfacción del respetable. Sólo faltó Pajín, otrora subalterna del exministro escritor, que le hizo el feo de no acudir al acontecimiento, tal vez por pereza, pero es que ella prefiere luchar por la Humanidad desde Nueva York, que queda muy a trasmano.

Mientras Moratinos presentaba la receta para acabar con un problema planetario, la derecha patria acudía a un hotel para escuchar a Aznar hablar de bajadas de impuestos a los españoles. Pocas veces habrá quedado tan de manifiesto la enorme diferencia entre los progresistas y sus rivales políticos: los primeros, preocupados por salvar a la Humanidad y los segundos, pendientes de los problemas cotidianos de un puñado de seres humanos. Deberían obligarlos a leer a Moratinos.

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