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Francisco Pérez Abellán

'Balconing': el ingés de los gerifaltes

Los políticos que nos desgobiernan están dando una imagen del país que amenaza herirnos gravemente.

Los políticos que nos desgobiernan están dando una imagen del país que corre el riesgo de herirnos gravemente. Han creado un engendro de mal rollo donde lo que trasciende en todo el mundo con fuerza es el invento del balconing, ahora apoyado por otras muestras del inglés que relaxing cup somos incapaces de aprender y que tiene como alumnos eternos al presidente del gobierno y a la alcaldesa de Madrid. Lo más nombrado es arboling y mamading, preferentemente.

Toca analizar la posible prevención de los sucesos. Por ejemplo el criminal balconing que atrae a miles de jóvenes a un turismo de borrachera, lo que supone un lucrativo negocio para unos pocos y la vergüenza para toda la nación. El Gobierno permite sin inmutarse que individuos que no podrían emborrachase así en ningún otro lugar del mundo vengan con billete de alcohol incluido a ponerse hasta las cejas y acabar tirándose desde la habitación del hotel a la piscina, desde el balcón, de ahí lo de balconing. Es un juego con eco mundial que ya colecciona una gran ristra de muertos y heridos. En Calviá-Magaluf, el rincón donde más sucede, dicen que no pueden hacer nada para evitarlo y en el Ministerio del Interior, no saben no contestan.

En el mismo lugar se permite o autorizan unos antros en los que se practican felaciones por parte de jovencitas liberadas que así financian sus propias copas, aunque es posible que obedezcan a una organización criminal que les paga para que se prostituyan de forma humillante en lo que llaman una vez más, en el inglés macarrónico de los gerifaltes, mamading. Curiosamente la autoridad tampoco encuentra la manera de cerrar estos tugurios.

El caso es que este panorama ha cambiado los tradicionales ganchos del Museo del Prado, flamenco o literatura del siglo de oro por la cultura de los juegos de supervivencia. El más apasionante de todos destaca ahora en Madrid. Se trata del arboling en el que si vas al parque del Retiro vives la emoción de que te puede caer un árbol en la cabeza, hecho del que no se tiene antecedentes. Los concejales deberían implicarse con algazara, como Fraga cuando la bomba de Palomares, y dedicarse a azacanear con sus familias por el Retiro y otras zonas arboladas para demostrar lo apetecible que es. Por el momento la gente normal debería abstenerse.

El Ayuntamiento, que niega que esto tenga nada que ver con la reducción de casi trescientos de los magníficos jardineros municipales por concesión a la empresa privada, así como al recorte brutal en el cuidado de la masa forestal, se ha precipitado a contratar un comité de expertos en árboles, seguro que más caro que los jardineros despedidos, que nunca antes se había necesitado. Ya puestos podrían haber contratado un comité de peritos en lunas que resulta más poético. Aunque parezca mentira, la alcaldesa ha sido felicitada en público por tal iniciativa.

Mientras, en la ruinosa Universidad Complutense del hijo de Carrillo, Facultad de Geografía e Historia, donde ni siquiera se investiga al falso catedrático que allí opera con el conocimiento de todos, han puesto en marcha el torquemading para que aprendan los estudiantes a perseguir a los católicos y levantarles las capillas o lugares de oración. Si fuera una mezquita, no se atreverían, porque los musulmanes fanáticos son capaces de operarlos de la próstata con una caña.

En tanto, el arboling que ya ha matado a un joven militar, que había sobrevivido a varias guerras pero que no pudo escapar al parque del Retiro, se extiende. Ya han caído árboles sobre los ciudadanos hasta en la calle Ayala.

Y el que salga al extranjero debe saber que nos conocen en todo el World por tirarse mamados desde el balcón, o mamarse bebidos de forma colectiva y pública en bares de alterne, así como poner en peligro de muerte a los que pasen o aparquen bajo los árboles. También han generado una excrecencia: "amigos contra la imagen de España" que invita a intelectuales a propagar el éxito alcanzado.

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