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Daniel Blanco

La oportunidad perdida de Vicandi Garrido

El colegiado vasco, debutante en primera con sólo 28 años, ha dirigido a Valencia, Real Madrid, Atlético y Barcelona en cuatro jornadas consecutivas.

A Iñaki Vicandi Garrido (Portugalete, 1986), el árbitro más joven de primera, con 28 años le asiste la razón que da el reglamento. Se agarra, y hace bien, a la literalidad de la regla que dice que él, como colegiado, puede dar por terminado un partido en cualquier momento. Hace años, pasado el tiempo, sólo era obligatorio el lanzamiento de un penalti. Este verano la regla se modificó y hay que lanzar cualquier jugada a balón parado (faltas, córners), pero lo del otro día en Getafe, la jugada de Álvaro Vázquez frente a Claudio Bravo no era un balón parado.

Esa tranquilidad que te da haber respetado el reglamento se desvanece un poco con el sentido común que deberían aplicar todos los colegiados. Es verdad que te arriesgas a una sanción del Comité Técnico de Árbitros al no respetar las reglas, pero el fútbol sería más vivo, más normal, menos hermético. A todas luces esa jugada del sábado debería haberse dejado seguir, pero Vicandi hizo bien en no hacerlo, aunque sea una contradicción. Reglamento en mano, un diez. En sentido común, obligado por las circunstancias de unas reglas crueles, un cero.

El Comité dirigido por Manuel Díaz Vega, está descontento con la labor de Vicandi Garrido, que ha dirigido a Valencia, Real Madrid, Atlético y Barcelona en cuatro jornadas consecutivas. Está descontento pero no ha cometido "ninguna infracción grave, sólo han sido errores de apreciación, que son perdonables, porque los árbitros son humanos". Palabras textuales que salen del mismo comité y que hacen ver que lo que castigarán siempre son los errores técnicos. Nunca de apreciación.

Entendemos por errores técnicos saltarse las reglas establecidas en el reglamento. Dejar entrar a un jugador en el campo sin permiso y no mostrar amarilla, no mostrar una tarjeta por reiteración o permitir la invasión del área técnica de un entrenador sin amonestarle. Esas cuestiones en las que el Comité pone especial énfasis en arreglar y en sancionar si no se cumplen, pero Vicandi no cometió ningún error técnico en estos cuatro partidos.

El descontento de Diaz Vega versa en que el mejor árbitro de Segunda el año pasado, Premio Guruceta con tan sólo 27 años, ha suspendido el examen de cuatro partidos consecutivos a equipos grandes. No tuvo suerte en el derbi valenciano de hace un mes, tampoco el 29 de noviembre en el Málaga – Real Madrid (posible falta de Benzema en el primer gol madridista, penalty a Bale no señalado, expulsión de Isco). Tampoco tuvo su tarde el 6 de diciembre en el Martínez Valero en el Elche – Atlético de Madrid (primer gol rojiblanco en fuera de juego de Arda) ni tampoco el sábado pasado en Getafe (dos penalties no señalados, uno por equipo). No señala el comité como error, como es obvio, la jugada del final del partido.

Se echa en falta, como en tantas ocasiones, unas palabras de este buen colegiado. Pero los árbitros, como no pasa en Argentina, no hablan. Allí dan su explicación al acabar el partido. Aquí eso se hacía hasta mediados de los noventa, pero una absurda ley mordaza lo impidió. Nos encontraríamos con obviedades de grandes magnitudes, puede ser, pero también encontraríamos explicaciones técnicas a por qué o por qué no se ha pitado algo.

El año pasado observé a este colegiado en varios encuentros de Segunda. Un prodigio de colocación, saber estar y acierto en las áreas. Este año no le está acompañando la fortuna, como a los delanteros que fallan sólos delante de la porteria, como esos porteros que fallan increiblemente, como aquel entrenador que no da con la tecla. Con una diferencia. A los colegiados se les observa dos veces cada partido. Si no hay errores técnicos, buscamos los de apreciación. Así, una actuación sobresaliente es muy complicada, por no decir imposible.

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