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Pablo Molina

Irán en América

¿Se trata de un cambio estratégico de prioridades forzado por las circunstancias, o la presencia de Irán en Sudamérica ha tocado a su fin?

¿Se trata de un cambio estratégico de prioridades forzado por las circunstancias, o la presencia de Irán en Sudamérica ha tocado a su fin?

La llegada de Hugo Chávez al poder en Venezuela reprodujo el modelo de patrocinio de la agitación internacional implantado por Fidel Castro en Cuba décadas atrás. Siguiendo al milímetro el ejemplo cubano, Chávez impulsó una serie de alianzas con grupos extremistas, a los cuales posibilitó refugio, fondos y documentación falsa, utilizados para desafiar el orden internacional y a las democracias occidentales.

Su asociación con Mahmud Ahmadineyad, tras la llegada de éste a la presidencia de Irán en 2005, permitió a la República Islámica establecer una cabeza de puente en Venezuela, desde la cual comenzó su labor de penetración en los países sudamericanos próximos al líder bolivariano, como Argentina, Bolivia, Brasil o Ecuador. Un informe de la Friends of Israel Initiative, elaborado por Federico Pinedo, recoge la historia de la presencia iraní en Sudamérica, sus actividades a lo largo de la pasada década y el estado actual de esas relaciones.

El documento deja establecida la primacía del chavismo en la operación que puso alfombra roja a los iraníes para que comenzaran a servirse de los países bolivarianos como plataforma privilegiada de sus actividades en el exterior:

Dada la afinidad ideológica entre ambos líderes [Chávez y Ahmadineyad], fue Hugo Chávez quién le abrió a Irán las puertas de América Latina. La última década fue testigo de numerosos acuerdos bilaterales en materia económica, de inversión, de comercio, de cultura, de tecnología e incluso de defensa en los casos particulares de Venezuela y Bolivia. Los países pertenecientes a la Alianza Bolivariana de Nuestros Pueblos (ALBA) fueron los que se mostraron más próximos al régimen de Ahmadinejad, al menos en el plano de la retórica. En materia ideológica, los unía su rechazo al orden internacional actual y, en particular, al liderazgo estadounidense.

Lo que más interesaba a Irán era contar con Estados amigos con los que urdir entramados financieros para manejar sus fondos en el exterior. La creación de bancos binacionales en Venezuela y Bolivia, así como los préstamos concedidos a otros países del ALBA, permitieron la existencia de unos flujos financieros que más tarde servirían a Irán para eludir las sanciones internacionales que le fueron impuestas por su programa nuclear.

Las relaciones comerciales entre Teherán y los países sudamericanos vinculados al chavismo florecieron a lo largo de la pasada década. Brasil, Uruguay y Argentina son los principales socios comerciales de los iraníes. Desde esos países importan alimentos básicos a cambio de exportaciones de frutos secos y alfombras.

Las inversiones directas de Irán fueron destinadas fundamentalmente a la construcción y la industria pesada. El informe de Pinedo detalla las principales inversiones del régimen de los ayatolás en Venezuela:

Con la financiación iraní en Venezuela se construyeron 3.456 unidades habitacionales, diez fábricas de harina, una cementera y cuatro buques Afranax para Petróleos de Venezuela (PDVSA), a través de la Compañía Industrial Naviera de Irán, Salman Zarbi (Sadra). Los países emprendieron, además, proyectos conjuntos como Venirauto, una empresa venezolana de fabricación de automóviles, inaugurada en 2006 y constituida por capital binacional. Otro ejemplo de proyectos conjuntos es Venirán, una empresa ensambladora de tractores y maquinarias agrícolas de fabricación venezolana y con tecnología iraní.

Pero la presencia de Irán en Sudamérica se dejó notar también en sectores mucho más sensibles, como el de la defensa. El documento cita un informe del Pentágono, fechado en abril de 2010, en el que se acredita la presencia en Caracas de la Fuerza Quds, el brazo para operaciones exteriores de la todopoderosa Guardia Revolucionaria iraní. También crecieron las sospechas de que la Escuela de Defensa del ALBA, inaugurada en Bolivia en 2011, se fundó con dinero iraní. No se pudo probar la existencia de esos lazos financieros, pero lo que sí es un hecho es que el ministro de Defensa iraní de la época, Ahmad Vahidi, asistió a la ceremonia de inauguración. La presencia de Vahidi resultó un escándalo internacional, muy desagradable para el Gobierno argentino, ya que es uno de los individuos sobre los que pesa una orden de detención por su presunta participación en el atentado contra AMIA de Buenos Aires, el peor ataque terrorista de la historia argentina.

El documento de Federico Pinedo trata también la presencia cultural iraní en tierras sudamericanas, reflejada sobre todo en la existencia de centros culturales chiíes en 17 países de la región y la creación de HispanTV, el primer canal de la televisión iraní en español, cuyo propósito fundacional fue "fomentar el acercamiento entre los pueblos de Irán, el hispanoamericano y los de Medio Oriente, considerando además la necesidad de crear una mayor cercanía entre todos los pueblos de América Latina". HispanTV es el canal televisivo que alberga los programas de televisión del líder de Podemos, el movimiento ultraizquierdista de inspiración bolivariana que acaba de irrumpir con 69 diputados en el Parlamento español.

Pero esta época de fructíferas relaciones bilaterales parece haber llegado a su fin tras la llegada al poder de Hasán Ruhaní:

La muerte de Chávez y la llegada al poder de Ruhaní en Irán cambiaron el tablero de juego. Los gestos diplomáticos continúan, como la expresión de solidaridad de Teherán con Maduro durante las protestas de febrero de 2014 o los intercambios de visitas a nivel parlamentario. En su primera conferencia de prensa como presidente, Ruhaní afirmó que apoyaba la expansión de las relaciones con todos los países, incluidos los Estados latinoamericanos. Sin embargo, ambos países alteraron sus prioridades: el gobierno de Nicolás Maduro enfrentó, y enfrenta, una crisis interna severa, y el presidente iraní definió como la prioridad de su política exterior restablecer los vínculos con las potencias occidentales, en particular, alcanzar un acuerdo con el P5+1 sobre su programa nuclear.

¿Se trata de un cambio estratégico de prioridades forzado por las circunstancias, o la presencia de Irán en Sudamérica ha tocado a su fin? El documento de la Friends of Israel concluye que, con Ruhaní, "el impulso expansionista iraní ha quedado estancado, o directamente en el pasado". Sin embargo, parece muy pronto para apartar el foco de un proyecto geoestratégico al que tanto Teherán como los regímenes bolivarianos dedicaron durante una década tanto dinero y esfuerzo.


© Revista El Medio

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