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Pedro de Tena

Cuatro estampas y un funeral

El PP estuvo en campaña electoral, intentando dañar la imagen de la presidenta a nivel nacional.

En un clima preelectoral claro y sin dudas, Susana Díaz, a la que no le venía bien la comparecencia en una comisión de investigación salvo que lograra convertirla en triunfo, salió viva pero con heridas.

Sus principales enemigos políticos – IU y Podemos-, no le brindaron la cara radical y ácida que necesitaba para situarse en la centralidad y la mesura. Es más, actuaron con una moderación rayana en la reverencia. IU, porque había gobernado en coalición con ella desde 2012 y todo lo que dijera podía ser utilizado en contra. Podemos porque asumió un tono profesoral y delicado, lejano de los bramidos de Kichi y los excesos bodalianos de Teresa Rodríguez.

Primera estampa: Susana segura y sólida

Fue la primera parte de su intervención, ante los favores de IU, Podemos y Ciudadanos, que no querían ponerle una soga al cuello. Demostró crecimiento político, destreza en el arte de fajarse con alguna incomodidad y habilidad para escaparse por las gateras. Pero quedó más que claro que ni Susana Díaz ni la Junta de Andalucía tienen una explicación razonable de lo que ha ocurrido en la formación profesional en Andalucía. Chaves sólo estuvo hasta 2009. Ella, llegó en 2012. Griñán estuvo – su número 2, Rafael Velasco, fue defenestrado por un caso de presunta corrupción en cursos de formación -, pero ni supo ni contestó. Si todo estaba bien, ¿cómo y por qué es que hay juzgados investigando, informes de Interventores y de la Cámara de Cuentas y una Comisión de Investigación? Aún así, se percibió que es la única sucesora posible en caso de catástrofe nacional, como una mezcla jánica de Felipe González y Alfonso Guerra en femenino.

Segunda estampa: el espectro de la ministra Báñez

Hasta ocho veces la mencionó o se refirió a ella. Susana Díaz, una y otra vez, restregaba sobre el grupo Popular su nombre y la "espantá" de una ministra a la que acusó de ampararse en informes jurídicos y no tener respeto por la soberanía andaluza (¿??). Naturalmente, la presidenta olvidó que la ministra en funciones llegó al cargo en 2012, como ella, y que antes, en el periodo investigado, estuvieron en Nuevos Ministerios del Paseo de la Castellana Eduardo Zaplana (que acudió a otra comisión, la de los ERE), Jesús Caldera, Celestino Corbacho y Valeriano Gómez, ninguno de ellos llamado a comparecer.

Además, recordaba que la legislación era nacional, que tenía defectos y descontroles según la propia Báñez, que el fraude se daba en toda España y que nunca había sido llamada la Junta a opinar sobre tales defectos y sus mejoras.  De paso, lanzó un mandoble a la cara de la portavoz parlamentaria del PP, Carmen Crespo, subrayando que su marido también se dedicaba a la formación. Y ahí lo dejó.

Tercera estampa: el PP andaluz

La voluntariosa María Teresa Ruiz Sillero empezó sin florituras, le recordó a la Díaz cómo sucedió al griñanista Velasco y por qué y, de súbito, metió en la Comisión la cornada más esperada de la tarde: la del "tieso", el marido de la presidenta, José María Moriche. En su contra tenía el asunto de la ministra y muchas cosas más. Y la Díaz, preparada, sacaba nóminas, contratos e historia laboral.


Libertad Digital fue la que expuso en exclusiva que "el tieso", como se le conocerá a partir de ahora gracias a su costilla, trabajó para UGT en los cursos de uno de los expedientes que la propia Junta consideró irregulares y que, pasados siete años, aún no se ha recuperado el dinero. Pero, vamos, lo de Moriche es una gota de agua al lado del océano del ex consejero Ojeda, la FAFFE, el caso Delphi, los informes de los Interventores, los juzgados y el desmadre general. Y, claro, Ruiz Sillero logró cabrear a la presidenta hasta el punto que inventó un verbo para la gramática parda de los debates parlamentarios. En un momento le espetó a la popular: "Me está usted insidiando". Y luego la acusaba de estar acusándola veladamente de algo y la amenazaba veladamente con llevarla al juzgado de guardia.

El PP estuvo, pues, en campaña electoral, intentando dañar la imagen de la presidenta a nivel nacional sabedor de que, con un pequeño empujoncito, tal vez Podemos e IU logren que el PSOE no sea el partido más votado en Andalucía el próximo 26 de junio. Y eso hará que le duela la cabeza a la sucesora oficial.

Cuarta estampa: el ciudadano presidente

Sabía uno que procedía de un PSOE de pueblo, y que, como Juan Marín, al que Susana Díaz lanzó un dardo mudo sobre sus orígenes y mutaciones políticas sucesivas desde Alianza Popular a Ciudadanos pasando por el Partido Andalucista y otros lances, tiene afinidad descarada por el régimen andaluz.

Durante toda la Comisión ha sacado alguna patita felpudiana en lo que se refiere a los retrasos de la Junta en la entrega de documentación, en el acceso de sus miembros a la misma y otras lindezas. Pero sacó la pata entera cuando la Ministra Báñez, a la que quería llevar a los tribunales por no ir donde los propios servicios jurídicos de la Junta dijeron que no tenía por qué.

Ayer la sacó de nuevo, atizando un mamporro correctivo a la portavoz del PP por su "tono" mientras guardaba silencio ante el “tonazo” de la presidenta. Vamos, el presidente perfecto para un PSOE que gobierna con el apoyo de Ciudadanos como si tuviese mayoría absoluta.


Conclusiones funerarias

Una: no parece buena idea que haya comisiones de investigación parlamentaria sobre asuntos que ya están siendo judicialmente investigados, porque de lo que no se puede hablar lo mejor es callarse y porque las responsabilidades políticas se asumirán, si es que se asumen, después de los veredictos de los tribunales y nunca antes.

Dos: en períodos preelectorales, todos los partidos están al servicio de sus estrategias mediáticas y eso de la búsqueda de la verdad y la mejora del funcionamiento de las instituciones y administraciones es, literalmente, un cachondeo para entretener a los ingenuos.

Tres: después de las elecciones, ya se verá si la comisión está más seca que el ojo de Benito, el pobre, que se dice por el Sur.

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