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Juan Manuel Sabugo

Edison vs Tesla. La historia de "la guerra de la corriente”

Edison y Tesla entablaron una guerra por la supremacía de su tecnología eléctrica. Solo uno podía ganar, pero ambos pasaron a la historia.

Nikola Tesla era una ingeniero sobresaliente que acababa de abandonar París. Según él mismo escribió, tenía una capacidad inédita: podía visualizar con increíble detalle todo tipo de mecanismos, objetos y esquemas sin otra ayuda que su mente. Fue así como unos años antes había inventado el motor de inducción, probando su funcionamiento en el más fantástico laboratorio jamás construido: su propia cabeza.

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Rondaba el mes de junio y Tesla llegaba a Nueva York. La majestuosa estatua no pudo darle la bienvenida. Quedaban aún dos años para que presidiera la imagen y las ilusiones de los recién llegados con la esperanza de una vida nueva. El joven Nikola había trabajado como ingeniero en la Continental Edison Company (una de las compañías de Thomas Alva Edison). Allí había realizado numerosas mejoras en los diferentes equipos eléctricos de la empresa, lo que le había supuesto una recomendación que llevaba oculta en su bolsillo. Era de Charles Batchelor, un responsable de Edison en Francia. Nada más desembarcar, buscó la forma de presentarse al empresario y mostrarle la carta que tan solo decía: "Conozco a dos grandes hombres, usted es uno de ellos; el otro es este joven". En aquel instante Edison contrató a Tesla sin sospechar que pasaría el resto de su vida eclipsado por este impetuoso y larguirucho austriaco.

La corriente continua de Edison

Edison había presentado en la Exposición Mundial de París de 1881 su más famoso invento: la bombilla. Para su funcionamiento era necesaria la electricidad que hasta entonces no había pasado de una extravagancia de laboratorio pero, que a partir de ahora, sería la causante de una segunda revolución industrial. Las máquinas de vapor habían colonizado la tierra relanzando la industria y el transporte, pero un nuevo impulso liderado por electrones en lugar de agua sería el protagonista indiscutible hasta nuestros días.

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Alba Edison en su laboratorio

En poco más de un año Thomas Alva Edison generaba corriente eléctrica para la ciudad de Nueva York y sus alrededores. La demanda creció y, con ella, las necesidades de suministrar grandes cantidades de energía eléctrica y transportarla a grandes distancias. Aquí empezaron los problemas.

Corriente alterna vs. corriente continua

La corriente continua de Edison es la que se utiliza hoy en día para los equipos electrónicos ya que es más fácil de generar químicamente y además es la que necesitan los circuitos integrados. Pero las cosas cambian cuando tratamos de utilizarla para iluminar, para mover grandes motores industriales o para transportarla a grandes distancias.

Pongamos que la corriente eléctrica es un chorro de electrones que circula por el interior de un cable. Si el número de electrones es grande, estos se rozan produciendo tanto calor que puede hacer que el cobre se funda. Si queremos aumentar la cantidad de energía que los electrones pueden transportar solo hay dos soluciones: o poner un cable muy grueso, y así dejarles más espacio para que puedan viajar un mayor número de ellos, o hacer que los electrones tengan muchísima "fuerza" (el término correcto es voltaje) y así hacer que con pocos electrones podamos transportar mucha energía.

Para Edison y su corriente continua, aumentar la "fuerza" (el voltaje) de los electrones, resultaba muy complicado y poco eficiente (así sigue siendo a día de hoy). Así que, lo que quedaba era tender costosos y pesados cables que se calentaban enormemente haciendo que el sistema se convirtiera en un entramado de cobre humeante con un índice de averías enorme.

En este contesto, Tesla había desarrollado la corriente alterna. Un ingenioso sistema de generación y transporte de energía eléctrica en el que a los electrones se les suministraba mucha "fuerza" (con voltajes muy altos) mediante transformadores que eran fáciles de construir y mantener. De esta forma, le bastaba con cables mucho más delgados porque el número de electrones que tenía que enviar era menor. Adiós a los calentamientos, adiós a los pesados y enormes cables... y adiós al tormento constante de las averías.

En 1886, un rico y recién llegado empresario llamado George Westinghouse, decidió competir con Edison basándose en las ideas de Tesla. La carrera tenía fecha de caducidad dada la enorme diferencia de ventajas entre ambas, pero sirvió para que Edison y Tesla se enfrentaran públicamente. Los medios de comunicación de la época la bautizaron como la "guerra de las corrientes". Los extravagantes sucesos acontecidos no desmerecieron la catalogación.

Topsy, el elefante

Un empleado de Edison, Harold Brown, colaboró en la invención de la silla eléctrica que utilizaba la corriente alterna de Tesla. La correlación era demasiado evidente para no ser aprovechada por Edison. En los siguientes meses se dedicó a electrocutar a perros y gatos para demostrar lo peligroso del invento de Nikola. Pero el cenit de la contienda estaba por llegar. Topsy era un elefante de circo que había matado a tres hombres. Su propietario decidió deshacerse de él y Edison aprovechó la oportunidad para hacer la demostración definitiva. A Topsy se le dio de comer zanahorias rellenas con 460 gramos de cianuro de potasio por si fallaban las descargas y a continuación se le aplicó corriente alterna a 6.600 voltios. El pobre animal sucumbió en menos de un minuto ante 1.500 espectadores. Edison grabó la macabra ejecución para ser visualizada en todo el país.

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Tesla en su laboratorio de Colorado Springs (1899-1900)

Sin embargo, todo esto no sirvió de mucho. Durante la Feria Mundial de Chicago de 1893, Westinghouse electrificó todo el recinto por la mitad de precio que Edison. Tesla por fin pudo mostrar al mundo sus generadores y motores de corriente alterna. Fue el final de la batalla pública por la supremacía de la corriente eléctrica.

Edison y Tesla continuaron con sus laboratorios: uno situado en un edificio de Nueva Jersey denominado "la fábrica de inventos" y el otro, más austero, ubicado en la mismísima cabeza de Nikola. Esta diferencia de planteamiento se vio reflejado en sus vidas. Mientras Edison mantenía una visión comercial y práctica de sus desarrollos, Tesla trataba de conseguir quimeras como la de generar energía gratuita e inagotable para todo el planeta. Finalmente, la vida dirigió a cada uno por caminos dispares y previsibles. El éxito y el dinero frente al ostracismo y la miseria. Aún así, ambos fueron imprescindibles para que nuestro presente sea el que es. Un gesto tan habitual para nosotros como dar al interruptor y encender la luz, es posible gracias a ellos. A los dos.

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