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Pedro de Tena

Cuba libre

Los que nos enfrentamos con el franquismo nos creíamos casi todo cuando provenía de sus enemigos, y así ocurrió con la patraña de Cuba.

Hace once años organizamos en Sevilla una exposición homenaje a los desaparecidos y fusilados por el régimen castrista. Poco antes Manuel Chaves, presidente de todos los andaluces, había reconocido sentir "fascinación" por la personalidad del dictador Castro. Era un síntoma más de la obsesión "castrista" que padece algún PSOE, según el bueno de Orlando Fondevila, expreso y poeta cubano ya muerto –de muerte natural, precisemos, porque es necesario en casos de disidencia–.

Se trataba de poner cara y expresión a las más de 10.000 víctimas mortales del castrismo en la Isla. Se habían recuperado las fotos de la mayoría de ellas. Allí resucitaron sobre pancartas, colgando como acusaciones inmortales del inmenso patíbulo que el comunismo dictatorial erigió en Cuba sobre las ilusiones de 1959. De esa memoria histórica el PSOE –de Podemos e IU ni hablamos– nunca quiso saber nada. Contamos con la presencia de Rigoberto Carceller, su esposa y Orlando. Intentamos que estuviera presente Zoe Valdés, pero no fue posible. Sí se contó con el apoyo del PP andaluz, el de entonces.

La izquierda española, socialista y, sobre todo, comunista, ha propagado una imagen benéfica de la Revolución Cubana y de sus líderes, presuntos libertadores de su pueblo y prueba de cómo una patria "digna" se enfrentaba a un imperio vecino y hostil. Vamos, que la isla caribeña era poco menos que un paraíso.

Los que nos enfrentamos con el franquismo nos creíamos casi todo cuando provenía de sus enemigos, y así ocurrió con la patraña de Cuba. Luego fuimos conociendo algo más y aún resuenan en nuestros oídos aquellas palabras del Che Guevara en la Asamblea General de la ONU, sí, de la ONU:

Nosotros tenemos que decir aquí lo que es una verdad conocida, que la hemos expresado siempre ante el mundo: fusilamientos, sí, hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando.

Esto, al menos, no tiene discusión. Lo que añadía el argentino, distinguiendo entre fusilamiento y asesinatos, algo que, afirmaba, ellos no cometían, es el cruel sarcasmo de alguien indiferente hacia el valor de la vida y su libertad.

Ha muerto Fidel Castro, pero no su dictadura, que ha impedido los proyectos personales de vida en libertad a los millones de cubanos que han sobrevivido a los paredones. Cayó el Muro de Berlín y cayeron otros muros, pero Cuba tarda. En aquel encuentro de Sevilla algunos nos hicimos la promesa de viajar a La Habana si algún día la libertad estallaba en Cuba. Otros se comprometieron a pagar un almuerzo. Ojo, no lo olvido. La promesa sigue pendiente, a la espera de que la inspiración democrática del José Martí del equilibrio, no su caricatura castrista, sustituya a la tiranía de los ángeles exterminadores.

Lo escribió Orlando:

La República –decía Martí– no será el predominio injusto de una clase de cubanos sobre las demás, sino el equilibrio abierto y sincero de todas las fuerzas reales del país, y del pensamiento y deseo libres de los cubanos todos (…) No queremos redimirnos de una tiranía para entrar en otra (…) Equilibrio, concordia, tolerancia, diálogo, amor. Sin esto no hay república ni independencia deseables. Su ideal es el equilibrio para poner en el centro al hombre.

Dios, y los cubanos, le oigan, para que puedan salir de los escombros/ volando las mariposas.

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