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Pedro de Tena

cALVIArio y AVErías: crónica de un viaje en tren Sevilla-Madrid ida y vuelta

Ahora, para colmo de males, se nos escacharra el tren de altos vuelos del que tan orgullosos nos sentíamos.

Verán ustedes, nos gusta el tren. Descansas más, contaminas menos, incluso observas y disfrutas del paisaje, lees, trabajas, trasteas con el ordenador…Por ello, el pasado fin de semana, viernes 8 de junio, decidimos ir a Madrid. Teníamos razones familiares, una curiosidad que satisfacer en el Museo del Prado y el deber moral de ir a la feria del Libro. Pues manos a la obra. Salida en Alvia 02135 con salida a las 14:58 y vuelta el domingo día 10 en AVE 02170 con salida a las 17:00. Estupendo.

La cosa comenzó a torcerse cuando en los paneles de la estación de Santa Justa de Sevilla no se anunciaba la vía por la que debía aparecer, procedente de Cádiz, el tren ALVIA al que debíamos subir. De pronto, surgió como un chispazo la palabra "demorado", lindo color que decía un viejo chiste, pero vaya faena. Ni que fuera un avión, Bueno, pues a esperar. Y a esperar más. Y más. Alrededor de una hora después y desde el andén donde aún no había llegado el tren, aparecía un ALVIA sucio por fuera como si hubiera salido de un desguace.

Alguien, pero no oficialmente, explicó que algo había ocurrido en Cádiz, sin mayor detalle. Teníamos el vagón número 9. Una simpática señorita nos señaló el vagón donde no aparecía número alguno y fuimos a entrar cuando un vociferante olor a meado, mejor peste, nos hirió a unos cuantos pasajeros. Por si fuera poco, cuando ya se habían subido las maletas se nos hizo saber que no, que no era el nuevo sino el diecinueve.

Vuelta a bajar y a recorrer, o sea y en este caso, a correr más fuerte, cincuenta metros o más para alcanzar el vagón número nueve. Pero ¿y el número? Pues no había. Bueno, cuando te fijabas bien, junto a la puerta, escrito a mano en plan grafiti pero en cutre aparecía las cifras 9 y 10 con flechitas señalizadoras a derecha e izquierda. Tanto me ofendió que incluso con la cámara del móvil le hice una foto al escándalo. Desde mis entrañas surgía un ¡ay por Andalucía! Porque ¿podría pasar esto en la Estación de Sants? Luego supe que sí. Y, ya calmado, comenzó un viaje a Madrid que duró una hora más de lo previsto, con la consiguiente alteración de los planes de todas las empresas y familias afectadas por el desaguisado. Un calvario, o ya que era un ALVIA, un cALVIArio.

Pero llegó la vuelta, ayer domingo, en el AVE ya referido. Pasamos el control y en la sala de espera estuvimos pendiente de las pantallas informativas. Dos trenes salían a las cinco, el de Sevilla y el de Sants, a Barcelona. Otros, posteriores, a Valencia, a Zaragoza…Pero el número de la puerta de control por la que acceder a nuestro tren no aparecía. Coño, aparecían las de los demás trenes pero no la nuestra. Ya comenzamos a temernos lo peor. Casi a la hora justa, las 17:00 nos informan del número de la puerta era la 10. Para acelerar la subida a bordo, abrieron cuatro puertas más. Bueno, mejor así.

Llegamos al tren y nos sentamos. Ya eran las 17:15 y el tren aun no había salido. Creímos que se debía a los problemas ocurridos durante el embarque cuando por los altavoces se nos comunicó que el tren tenía un problema, que no tenía solución y que debíamos bajarnos para efectuar un transbordo a otro AVE que habían situado delante de nosotros, a más de cien metros. Otra vez cargar maletas, más carreras y desasosiego total.

Llegamos al otro AVE, colocamos el equipaje, nos sentamos de nuevo y parecía que en cuestión de minutos íbamos a comenzar el trayecto. Pero no. El tren seguía parado. Nadie informaba de nada. Finalmente, otra hora larga después, una voz notificaba que, al parecer, había habido un robo de cables de alta tensión en algún punto de la vía. Dentro del vagón se cuchicheó sobre un sabotaje sindical. Lo cierto es que llegamos en nuestro AVErías a Sevilla a las 21:45 cuando deberíamos haber llegado a las 19:38, con más de dos horas de retraso.

Hablaba ya Valera de la perversión moral de España "sin fe ni honra, sin idea noble, sin patriotismo y sin virtud de ninguna clase" donde se medra, se roba y se hacen mil infamias. Y ahora, para colmo de males, se nos escacharra el tren de altos vuelos del que tan orgullosos nos sentíamos. No sé si perversión, pero parece que estamos componiendo una peor versión de España.

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