A medida que se van conociendo más detalles del encuentro del ministro de Transportes, José Luis Ábalos, con la vicepresidenta del tirano Nicolás Maduro, Delcy Rodríguez, en el aeropuerto de Barajas se extiende la convicción de que aquél ha de ser expulsado de la vida pública nacional.
El enredo de mentiras pergeñado por el número dos socialista para tratar de ocultar la actitud genuflexa del Gobierno de Pedro Sánchez ante el narcosocialismo chavista no hizo sino agravarse al demostrarse que Rodríguez se movió con impunidad por las instalaciones aeroportuarias. De hecho, el obsecuente ministro de Sánchez departió con la fanática chavista en una sala VIP, como se ha visto obligado a reconocer el propio Ábalos tras solicitar VOX y el PP las grabaciones de las cámaras de seguridad. Así pues, queda fuera de toda duda que el Gobierno de Sánchez, Ábalos mediante, contravino gravemente el mandato de la UE que obliga a los países miembros a impedir que los criminales chavistas pisen suelo europeo.
Todo lo anterior justifica sobradamente las querellas que la oposición ha anunciado contra Ábalos, visto que ni piensa dimitir ni va a ser destituido. Lo deseable es que saliera también adelante la comisión de investigación parlamentaria que el PP va a plantear esta semana al objeto de que los protagonistas de este escándalo mayúsculo, con el infame José Luis Zapatero, alabardero de la mafia chavista, expliquen sus manejos con el régimen que está devastando Venezuela.
Urge conocer todos los detalles de la irregular presencia en nuestro país de una indeseable como Delcy Rodríguez, y los motivos que llevaron a Sánchez a enviar a su número dos a recibirla de incógnito. La presencia en el Gobierno de la Nación de personajes que, como el vicepresidente Pablo Iglesias, tanto tienen que enterrar (¿en cal viva, Iglesias?) de sus vinculaciones con el chavismo justifican sobradamente las iniciativas puestas en marcha. Hay que conocer toda la verdad de este turbio asunto, pese a quien pese y caiga quien caiga.

