El vicepandemias se ha felicitado en la tribuna del Congreso por el éxito histórico de esa nueva paga que el Gobierno va a entregar a los más desfavorecidos, atribuyéndose en exclusiva su paternidad. Al tipo no le interesa recordar que lo que proponía su partida cuando vendía propaganda para asaltar los cielos era una cosa llamada 'renta básica universal'. Es decir, una paga del Estado a todo ser humano por el mero hecho de serlo, sin tener en cuenta sus rentas ni otras condiciones personales. De ahí al ingreso mínimo vital aprobado para su tramitación hay una distancia más que considerable, pero ¿acaso no va a poder el potentado de Galapagar engañar una vez más a sus votantes? Sí, se puede.
Este ingreso mínimo vital que ha sido admitido a trámite en el Parlamento tendrá varias consecuencias no deseadas (probablemente ni siquiera imaginadas) por los líderes izquierdistas que, como Iglesias, han echado las campanas al vuelo pregonando esta conquista que erradicará de una vez por todas la pobreza en España.
No es tanto que una paga de estas características es un pésimo aval para pedir dinero a la UE, que es como decirle a un alemán que los españoles nos hemos puesto un sueldo con cargo a su bolsillo y necesitamos que nos envíe el dinero para poder gestionarlo. Eso es algo que a la banda podemarra le trae sin cuidado porque su preocupación no es la gestión política a largo plazo, sino la propaganda de baja estofa con el horizonte temporal de pasado mañana.
Pero el principal problema es la frustración de esa masa de votantes izquierdistas que espera trincar la paga anunciada por Iglesias y se va a quedar con las ganas, porque ya recibe otros subsidios que la hacen incompatible, salvo que estén dispuestos a perder dinero en el cambio. Por no mencionar cuando esas contradicciones se pongan de manifiesto durante la tramitación de la ley en el Parlamento y el vicepandemias tenga que convencer a los nacionalistas catalanes de que le aprueben otro subsidio para el extremeño ocioso o el vago andaluz, que es como los socios de Sánchez e Iglesias entienden la solidaridad territorial.
Y es que entre las rentas universales de las comunidades autónomas, las ayudas para el alquiler de vivienda, las rentas para kolectivos vulnerables, los subsidios de los servicios sociales de los ayuntamientos y las asociaciones que reciben abundantes subvenciones anuales para fines similares, el marasmo de regulaciones y entidades intervinientes es tan complicado que muy pronto habrá que fundar una nueva carrera en las universidades politécnicas: Ingeniería Superior en Subsidio Estatal.