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Cayetano González

La unidad, según Sánchez

El presidente está poniendo toda la carne en el asador para meter toda la presión al PP, a fin de que se sume a esa tramposa unidad que predica.

El presidente del Gobierno ha vuelto de sus vacaciones estivales haciendo un llamamiento a la unidad a todo el mundo mundial, para hacer frente a las dos graves crisis generadas por la pandemia: la sanitaria y la económica. Hizo ese llamamiento en la rueda de prensa que ofreció el pasado martes tras el Consejo de Ministros y lo ha vuelto a repetir este lunes en el acto con empresarios y agentes sociales en la Casa América de Madrid.

El problema que tiene el presidente es que carece de credibilidad y auctoritas para hacer este tipo de llamamientos desde que formó un Gobierno de coalición con un partido antisistema como Podemos y su investidura salió adelante gracias al apoyo de los independentistas catalanes, los nacionalistas vascos y los herederos de ETA. Desde que preside un Gobierno que no quiere facilitar la cifra real de muertos por el coronavirus. Desde que España es el país con más contagiados por de covid-19 por cada 100.000 habitantes.

Venir ahora haciendo llamamientos a la unidad, cuando se prevé un otoño-invierno más que caliente tanto en el frente sanitario como en el económico, suena por lo menos a oportunismo, a intentar diluir su responsabilidad como presidente del Ejecutivo. Empiece Sanchez por predicar con el ejemplo y evitar el espectáculo de desencuentros y desavenencias sobre cuestiones no baladíes con sus socios de gobierno. Pero no pida a los demás lo que es incapaz de hacer él.

El presidente está poniendo toda la carne en el asador para meter toda la presión al PP, a fin de que se sume a esa tramposa unidad que predica. Es el mismo Sánchez que en estos meses de la crisis más grave que ha sufrido España ha ninguneado al líder de la oposición. Pero ahora le conmina a sumarse a acuerdos como el de los Presupuestos o el de la renovación del CGPJ o del consejo de RTVE. Y para incrementar esa presión utiliza toda la artillería mediática que tiene a su disposición, y no solo esa. El acto de este lunes con los empresarios tenía también esa finalidad: crear un clima del que el PP difícilmente se pueda escapar.

El PP es, a día de hoy, quien tiene que liderar la alternativa al Gobierno social-comunista de Sánchez e Iglesias. Y lo tiene que hacer desde el lugar donde le han puesto los ciudadanos, la oposición; por lo que su función principal es oponerse y controlar un proyecto ideológico como el que abanderan los líderes del PSOE y Podemos, que persigue la destrucción del régimen constitucional del 78, Monarquía incluida.

El principal partido de la oposición no debe entrar en ese juego de la falsa unidad que le plantea Sánchez. Para eso ya está Ciudadanos, y así le irá en próximas citas electorales, empezando por Cataluña. El PP tiene que plantarse, resistir el aluvión de presiones y críticas que ya está recibiendo de unos y de otros. No debe seguir negociando la renovación de los órganos judiciales porque lo único que persigue el Gobierno es controlarlos para lo que pueda venir. Tampoco debe apoyar unos Presupuestos en los que esté Podemos. Es de esperar que Casado se lo deje muy claro a Sánchez cuando este miércoles se reúna con él en la Moncloa, y que después lo comunique también a la opinión pública.

El PP tiene que elaborar y plantear una alternativa sólida, solvente, atractiva al actual Gobierno y limitarse, que no es poco, a ejercer su labor de oposición. Recibirá bofetadas por todos los lados, pero será el momento en que se ponga de manifiesto la fortaleza y la consistencia política de Pablo Casado, que a día de hoy, y transcurridos dos años desde que ganó las primarias en su partido, tiene, en expresión un tanto cursi, bastante margen de mejora.

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