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Agapito Maestre

Canallas y estúpidos

La asociación Libres e Iguales tiene que pagar los desmanes de los partidos políticos. Incomprensible.

La asociación Libres e Iguales tiene que pagar los desmanes de los partidos políticos. Incomprensible. Sí, pero es tan cierto como que vivimos en un régimen sin apenas libertades, con una televisión basura y unos medios de comunicación al servicio de la coalición separatista-comunista-socialista. Me explico. Libres e Iguales está haciendo una colecta para costear un recurso de una diputada del PP, la señora Álvarez de Toledo, ante el Tribunal Constitucional para que el Diario de Sesiones del Congreso recoja sus palabras sobre la pertenencia a una banda terrorista del padre del vicepresidente del Gobierno.

Es sorprendente la cosa, pero creo que refleja la crisis entera del sistema político por parte tanto de los partidos como de la sociedad civil. Quiero decir que la perversa conducta del PP con su diputada era previsible, sobre todo después de haberla retirado como portavoz del grupo parlamentario. Naturalmente, es extraño y muy feo que un partido deje tirada a su diputada, pero era previsible conociendo la torpeza de este partido. Hasta aquí todo es más o menos normal, dentro de las reglas tramposas de los políticos. Pero, bien visto este proceso, deja estupefacto a cualquier persona decente que sea una modesta representación de la sociedad civil, el conglomerado de Libres e Iguales, quien corra con los gastos que debería sufragar un partido político. El colmo.

Mi extrañeza no es tanto porque el PP desprecie a su diputada, cosa grave e impresentable, sino porque la débil sociedad civil española haya quedado para colectar un dinerillo y defender a una diputada del PP. Terrible. Casi el entero sistema político está ya al servicio de un designio revolucionario, basta ver el pésame de Sánchez a los etarras por el suicidio de uno de ellos, y la sociedad civil se entretiene, por importante que sea el asunto, poniendo recursos ante el Tribunal Constitucional. Por favor, amigos de Libres e Iguales, monten una movida seria en la calle o donde haga falta, aprovechando las redes o lo que sea, contra esta banda de mequetrefes e intrusos de la política, pero dejémonos de confundir la sociedad civil española con los partidos políticos.

No es, pues, un asunto menor procurar separar ámbitos de actuación de la sociedad civil y los partidos políticos. Es menester poner claridad donde los políticos introducen oscuridad. No puede estarse en misa, como dice el castizo, y repicando las campanas. Resulta, sí, raro que los de la calle tengamos que pagar actuaciones de los políticos profesionales. O quizá no lo sea tanto contemplado desde el paradigma clave de la política española: el encanallamiento, es decir, hacer pasar por normal todo aquello que es anormal y profundamente inmoral. ¿Cómo va a pagar la sociedad civil las canalladas de los propios partidos políticos? Este suceso refleja muy bien la crisis del Estado de Partidos que vive España. Y, encima, la poca fuerza que tiene la sociedad civil para enfrentarse a los partidos la perdemos en batallas internas de los propios. Nada tengo contra Libres e Iguales. Al contrario, creo que ha prestado ciertos servicios para la defensa de la Constitución y sus dos nociones clave: libertad e igualdad. Ojalá hubiese muchas organizaciones de la sociedad civil que la imitasen, pero, según están las cosas, preferiría que tuviese miras más altas, ¿para cuándo un gran tiberio contra un Gobierno sin legitimidad?, ¿para cuándo una manifestación contra la Fiscalía General del Estado? ¡Hay tantas cosas que hacer para defender lo poco que queda de democracia!

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