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Andalucía

Pedro de Tena

Moreno (Arenas) y Casado ponen en peligro el “gobierno del cambio” y Madrid

La batalla campal en el PP de Sevilla es el tema que capta la atención de los medios.

La batalla campal en el PP de Sevilla es el tema que capta la atención de los medios.
Pablo Casado y Juan Manuel Moreno en una imagen de archivo. | EFE

La cosa es escandalosa porque el mismo día en que se va a firmar el II Plan de reactivación económica para hacer frente a las consecuencias de la pandemia del coronavirus en los sectores más afectados de la economía andaluza, de lo que más se habla en todo el territorio y sus terminales mediáticos, es de la batalla sucia y campal perpetrada en el PP de Sevilla entre Juan Manuel Moreno (con Javier Arenas al fondo) y Pablo Casado.

El mismísimo día de la foto de la firma de este importante acuerdo que ya ha destinado en su primera fase casi 700 millones de euros entre la Junta de Andalucía con la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA) y con los sindicatos UGT-A y CCOO-A, Juan Manuel Moreno aparece como derrotado en el Congreso de Sevilla entre graves acusaciones de irregularidades que van a llegar, eso se promete, en los tribunales de justicia. Y quedan aún varios congresos provinciales donde, al parecer, Pablo Casado ha dado la orden de intervenir activamente para terminar con las tentaciones de taifa al estilo gallego que puede sentir Moreno.

Muchos se preguntan cómo es posible que en momentos tan delicados como la estrepitosa derrota en Cataluña, la operación por ahora frustrada de las mociones de censura y la gran batalla de Madrid, Casado se haya empeñado, con la complicidad objetiva de Moreno, de dar un espectáculo nada edificante que lo pone en peligro todo, el ya menguado prestigio del PP a nivel nacional y la posibilidad de un segundo mandato de un gobierno del cambio en Andalucía.

De hecho, los dos partidos de gobierno en Andalucía se han visto envueltos en sendos escandalazos. Ciudadanos ha vivido el desastre de la gestión de una automoción de censura en Murcia que ha desencadenado un seísmo político que lo ha dejado tocado en Andalucía, hasta el punto que ha tenido que prohibir por “ley” el transfuguismo hacia el PP y ha sembrado de sospechas el futuro de la coalición de gobierno.

Juan Marín y su amiga, Marta Bosquet, presidenta del Parlamento andaluz, adelantada de Almería y en su día emparentada con dirigentes del PP han jurado que jamás se irán al PP y han renegado de Hervías El Lobo. Lo que no han jurado es que nunca apoyarán un gobierno socialista apoyado en Podemos y los anticapis.

Si en esas condiciones ya era dudosa una victoria amplia del “gobierno del cambio”, ahora el PP andaluz se pega un tiro en el pie cuando subía en las encuestas y se aprovechaba de la suerte inesperada de presidir la Junta de Andalucía gracias a Vox. Santiago Abascal, que sube y sube en todas las encuestas, se encuentra ahora con el regalo del caos y la mugre interior de sus competidores.

Lo que ha pasado en el PP de Sevilla no es una anécdota. Fíjense que Génova ha enviado a personal especial para controlar la legalidad de las primarias, que ha intervenido exigiendo el cumplimiento de que los cargos orgánicos no puedan tener simultáneamente cargos públicos y apostando con claridad por los partidarios de Juan Ignacio Zoido y José Luis Sanz frente a Juan Manuel Moreno y Javier Arenas, apuesta que han ganado.

Pero es que además los de Moreno y Arenas no querían congreso debido a la pandemia, no estaban de acuerdo en el sistema de votaciones, telemática pero con irregularidades varias y ausencia de su candidato del comité de organización del Congreso, no soportaban a su ex Virginia Pérez, tránsfuga de Moreno y Arenas. Todo ello ha llevado al derrotado Juan Ávila, alcalde de Carmona, moreno-arenista a anunciar incluso una demanda judicial que va a tener repercusiones electorales sin duda.

Y esto no ha terminado. Quedan los congresos de Córdoba, Jaén, Huelva, Cádiz y Almería. Ya hubo tensiones más o menos resueltas en Málaga y Granada. Sevilla ha estallado. Y en plena pandemia, con la gente cada vez más nerviosa por la duración indeterminada de las restricciones a la movilidad y en una situación económica cada vez más desesperada con un paro casi al nivel del 30 por ciento, puede haber nuevos escándalos que deterioren el prestigio del PP. Con Ciudadanos en almoneda, la izquierda andaluza y madrileña tienen una oportunidad. Inexplicable. 

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