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Cristina Losada

Quién fabrica independentistas

Según estos cráneos privilegiados, en la región donde están, actúan ¡y gobiernan! los independentistas catalanes, no pueden fabricar independentistas.

Con esto de los indultos, ha vuelto a hablarse en los mentideros de la fábrica de independentistas. Ha vuelto a salir el tema de esa famosa fábrica para enfatizar lo buenísimo que es dar los indultos, y ello en base a comparaciones realizadas siguiendo el método de hablar de oídas. Esas comparaciones entre unas y otras épocas, que no se molestan en apuntalar con datos, avalarían que el independentismo crece cuando se decide aplicar la ley, o como dicen, judicializar la política y, en cambio, decrece cuando se aplican el cariño, la magnanimidad, la comprensión y el buenrollismo en cualquiera de sus variantes, fuesen las zapateriles o sean las de Sánchez.

Los que cuentan la historieta de la fábrica de independentistas parten de la premisa previa y axiomática de que todo lo que consista en no hacer caso de las exigencias del separatismo tiene como efecto inevitable que aquella fábrica aumente de forma exponencial su producción. En este punto conviene aclarar que a la fábrica la deslocalizan. No la sitúan en Cataluña, por supuesto que no. Según estos cráneos privilegiados, en la región donde están, actúan ¡y gobiernan! los independentistas catalanes, no pueden fabricar independentistas. De ninguna manera. Ese proceso de producción tiene que hacerse fuera, porque allí los independentistas no quieren que haya más independentistas. Raro, ¿no?

Por lo tanto, y sigo con la historieta tal como la cuentan, la sede de la fábrica está en otro lado, que para simplificar diremos que es Madrid. Toca un Gobierno de España que no se enrolla y trata mal a los catalanes - estos cráneos sólo cuentan como catalanes a los nacionalistas -, pues ya se sabe: va a haber más independentismo como dos y dos son cuatro. Hay que oír a estos cuentacuentos para comprobar con cuánto placer de sabiondos llegan a tal conclusión. Como si hubieran descubierto una ley de la física hasta ahora desconocida. Y tan de cajón les parece esa ley suya de la fábrica de independentistas, que no consideran necesario aportar evidencia empírica. Es sabido, y punto.

Al contrario de lo que dan por sentado los sabiondos, no es tan sencillo determinar a causa de qué factores sube y baja el denominado sentimiento independentista en Cataluña. Pero cuando el gran salto adelante de ese sentimiento se produce, como se produjo, cuando CiU, con Artur Mas al timón, se pasó al separatismo sin tapujos, allá por 2012, no es descabellado pensar que esa es precisamente la causa. El giro estratégico de los convergentes hacia el separatismo resulta una causa muy probable del crecimiento del separatismo. Y, ya puestos, también es posible que el sentimiento crezca cuando parece que las exigencias pueden lograrse y decrezca cuando parece que son inalcanzables. No vamos a suponer que la gente, aun la independentista, desconecta del todo con la realidad. Mucho sí, pero no totalmente. Para desconexión total, la de los que siguen con la tabarra de la fábrica.

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