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Pedro de Tena

La cofradía rebelde del desasosiego

La realidad no importa, ni los hechos, ni la verdad, ni lo que pasa.

Elia ha muerto, se ha subido a la "diligencia del abismo". Si el corazón pudiese pensar se pararía, meditó Bernardo Soares de Pessoa. En efecto, si es auténtico no puede pensar pero se desasosiega. Algunos de mi generación nacimos con corazón y cerebro compatibles, lo que nos condujo a la apoteosis del desasosiego. Otros eligieron no tener corazón ni cerebro y fueron pasto de los iluminados que quisieron matar a Dios, burlar los códigos morales y convertir la política en una basura criminal . Sí, esta sido una semana más para el desasosiego y ver cómo crecen las ortigas disfrazadas de hierba en esta España donde ya pica todo.

Bulo del culo o culo del bulo. La vergüenza es infinita pero no contagiosa. Así que va un chavea al que le gustan los tíos y permite que uno de ellos, un sádico de libro, le grabe en el culo la palabra maricón, que suena a bóveda fiscal, y luego finge que han sido ocho encapuchados de la extrema derecha -uno por cada letra más el acento en la ó -, los autores del tatuaje. Y va Marlaska, que aún no ha dimitido y va Sánchez, que aún no ha convocado elecciones, y va toda la izquierda, que no pide perdón ni se la espera, y señala a Vox como autor político del odio del ritual para acorralarlo y luego ilegalizarlo.

Aunque se ha demostrado que todo ha sido una mentira como la catedral de Burgos – la policía no es tonta y vigilaba, no al Ministro, claro -, no importa. ¿Qué importa entonces? Nada. Ya lo supo Besteiro en plena Guerra Civil cuando señaló en marzo de 1939 al comunismo como "la aberración política más grande que han conocido quizás los siglos", aberración a la que se ha afiliado el PSOE de nuestros días como lo hizo el de Negrín. El frenesí de la mentira, su "himalaya" de falsedades, es un rayo que no cesa pero que pesa cada vez más sobre unas generaciones que se despeñan por el desasosiego.

Y va el Papa, el de la Iglesia Católica de toda la vida, aquella iglesia que se rebeló cuarenta años después contra el Franco que le salvó la vida institucional (y la otra) y consideró indigno que el dictador interviniese en la selección de los obispos "nombrados" por el Vaticano. Pero ahora va la propia Iglesia y concede al Partido Comunista Chino la misma o parecida potestad. Dicen filósofos amigos que, en realidad, había dos Iglesias católicas detrás de la gran Muralla, la comunista y la otra. Ea, pues ya hay sólo una, vende la COPE.Y así es, la comunista de Xi Jinping. Ahora, toca deducir. Si se quiere ser obispo en China, ya se sabe el árbol al que hay que arrimarse y no está junto al Tíber. Entonces, claro, me consume el desasosiego.

¿Lograrán Otegui, Junqueras e Iglesias, solos o en compañía de Pedro Sánchez que el Papa les consulte quién debe ser obispo o no en sus corrales respectivos? Juan Espadas, ¿o era Teresa Rodríguez?, ¿meditan pedir que el Nuncio apostólico consensúe con ellos quién debe ser Hermano Mayor del Gran Poder, de la Macarena, de San Bernardo y, con dos pares, hasta la primera autoridad de la Congregación del Cristo de Mena o la del Nazareno en Cádiz, viva Kichi? Ya puestos…Venga desasosiego.

Y va la Diada y ruge un energúmeno que "nos den" tres veces, a los españoles todos, catalanes o no, pero, sobre todo, a los de Vox, otra vez, de nuevo, como siempre, y los van a convertir, no ya en simpáticos, sino en los únicos que creen en algo llamado España, que no se callan ni en los tribunales y que la defienden en serio. Y vengan mentiras, sobre la superioridad catalana, racista o no, la trola sobre la catalanidad separatista de Casanova y el embuste sobre los asistentes al pinchazo, que Pablo Planas desmenuza. Pero hay que seguir mintiendo y mucho, constantemente, persistentemente. Y así todo, más cada vez.

¿Por qué? Porque la realidad no importa, ni los hechos, ni la verdad, ni lo que pasa. Lo que de verdad importa es lo que los "bultitos" pequeños, boludos, ignorantes y sosegados asuman que es real lo que se les cuenta. Y es real o se hace real la mentira mejor contada. Por eso, los que sentimos el desasosiego ante la farsa y el engaño y no queremos perder el tesoro de Occidente, que siempre ha sido la persona libre y racional que necesita la verdad para decidir e imaginar un futuro abierto, no podemos cansarnos, como afirmaba el ortónimo.

El desasosiego no cansa: revela y rebela. Revela con cada vez más claridad que la libertad está en peligro inminente y rebela a sus cofrades contra el cansancio. Cansarse es perder. Pero para no cansarse hay que hacer lo que se debe, que es defender con uñas y dientes la verdad de la mentira, por empezar por alguna parte. Desasosegados de España, a medio metro o menos de las cadenas que ya resoplan, ¿lo hacemos bien o como siempre?

En España

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