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Pedro de Tena

La dama de Espadas

Quizá hubiera pasado desapercibida, pero cuando Juan Espadas aspiró al bastón de mando de Sevilla, la indagación se tornó en búsqueda concienzuda.

Quizá hubiera pasado desapercibida, pero cuando Juan Espadas aspiró al bastón de mando de Sevilla, la indagación se tornó en búsqueda concienzuda.
Carmen Ibanco, esposa de Juan Espadas. | Alfredo de Anca/Europa Press

La más famosa de todas es la de Alexander Pushkin que, al final de su cuento, hace que la dama de espadas –nombre poco frecuente para la dama de picas en la popular hoy baraja de póker–, caiga derrotada por un as inesperado al final de una partida de cartas. Hay otra muy conocida, como la que da título a la ópera de Tchaikovsky, que deriva de la primera. Y está la del director teatral Vsievolod Meyerhold, ejecutado probablemente por Stalin por no seguir las normas del realismo socialista. Así lo dice la moderna Enciclopledia Británica.

Pero aquí nos referimos a Carmen Ibanco, la esposa (dama) de Juan Espadas, el candidato socialista a la presidencia de la Junta de Andalucía que, día tras día, va mostrando su debilidad constitutiva. Por si fuera poco, el lóbrego contenido del armario de la tela de araña del PSOE andaluz no deja de salir al exterior dejando un espeso olor a podrido. Pero así son las cosas. Un día se dio a conocer la presencia de Ibanco en la nómina de la Fundación Andaluza para el Fondo de Formación y el Empleo, la ya famosa FAFFE del enchufismo, las tarjetas sex-black y las celebraciones en puticlubes pagadas con dinero público.

El nombre de la "dama de Espadas" aparecía en una relación que aún se conserva donde estaban enumerados y nominados todos los empleados de la FAFFE en Andalucía. Sólo en Sevilla, la lista exhibe a 600 personas aproximadamente. Entre ellas, damas muy conocidas de la élite socialista venidas a menos como la exsenadora Ana Arnáiz de las Revillas; exalcaldes potentes de la provincia como Antonio Torres y varios directores y directoras provinciales de la Junta, además de a los puñados de amiguetes, afiliados o parientes de cargos socialistas, a veces enchufados de dos en dos. Un ejemplo, Ramón Díaz Elena, hijo del famoso, a causa del sumario de los ERE, exdiputado andaluz, Ramón Díaz, desimputado finalmente.

En esa lista aparecía con toda claridad el nombre de María del Carmen Ibanco García, filiado por orden alfabético. Cuando fue contratada en 2007, Espadas era viceconsejero de Ordenación del Territorio y presidente de la Empresa de Gestión de Medioambiental (Egmasa) y de la Fundación Andanatura, así como vicepresidente de la Fundación Doñana 21 (2004-2008), todos, organismos de la Junta de Andalucía. Ni siquiera era aún candidato a la alcaldía de Sevilla, su ciudad, de la que luego ha sido alcalde hasta hace bien poco.

Inmediatamente se supo que la contratada con el nombre de Carmen Ibanco era la "dama de Espadas". Quizá hubiera pasado desapercibida como tantos otros de la lista cuya identidad, parentesco o relación no ha sido investigada. Pero cuando Juan Espadas aspiró al bastón de mando de Sevilla, la indagación se tornó en búsqueda concienzuda. Y, naturalmente, desde entonces hasta su comparecencia ante la Comisión de Investigación de la FAFFE en el Parlamento andaluz, su presencia se hizo pública y habita entre nosotros.

Su problema es que no puede reconocer sencillamente la verdad y ese es el camino que le ha conducido a la imputación por parte del juez del caso FAFFE, el muy diligente Juan Ignacio Vilaplana, digno sucesor de la juez Alaya. El problema es que el PSOE andaluz no quiere ni puede reconocer que su invasión de los empleos públicos a lo largo de 37 años en Andalucía ha sido injusto con millones de andaluces a los que se les ha birlado su oportunidad de acceder legamente a ellos y ha sido uno de los instrumentos de dominación, entonces y ahora (siguen sembrados en la Junta sin que el PP ni Ciudadanos decidan que se haga justicia), sobre las instituciones democráticas andaluzas.

No es únicamente que todos estos enchufados lo hayan sido a dedo, sino que por la vía de los hechos consumados se les ha convertido no en personal que puede ser reemplazado por los nuevos gobernantes de la Junta (quien a dedo entra a dedo sale), sino que han tejido y consolidado una tela de araña paralela en forma de administración opaca que ya forma parte de la administración de la Junta. Sabido es, lamentablemente, que la estrategia de la izquierda en España es la fabricación en serie de hechos consumados que los gobiernos de la derecha son incapaces de revertir, en educación, en ideología de género o en memoria histórica.

En nuestro caso, la "dama de Espadas", que fue derrotada por el as en la obra de Pushkin, está contribuyendo, y de qué modo, al desdibujamiento, a peor cada vez, de la imagen del AS (Abanderado Socialista), su marido, Juan Espadas, en la carrera electoral andaluza. Hay veces, pocas, que las cosas que se hacen encuentran su eco en la eternidad de una campaña electoral.

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