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EDITORIAL

La bochornosa pleitesía a Mohamed VI

La falta de principios a la hora de proteger, sin complejo alguno, nuestras fronteras es la razón de fondo de ese servil "pragmatismo" ante el Sáhara

Hace cinco días los españoles nos enterábamos por la prensa marroquí de que el presidente del gobierno español visitaría Marruecos el próximo jueves. Tras cinco días de secretismo, en los que los representantes del gobierno español no han querido ni ratificar ni desmentir la noticia, el ministro de Exteriores, Jose Manuel Albares, ha tenido a bien confirmar este martes que Pedro Sánchez acudirá este jueves por la tarde a Rabat donde disfrutará "amigable y hasta familiarmente" con Mohamed VI de un iftar, cena en la que los musulmanes rompen su ayuno durante el Ramadán.

Ignoramos si el motivo de la visita es solucionar los problemas del servicio doméstico que el cierre de fronteras por el Covid está infringiendo a la delegada del gobierno en Ceuta, la socialista Dolores Mateo; o bien se trata de celebrar conjuntamente el bochornoso cambio de postura del gobierno respecto del Sáhara perpetrado no menos secretamente por Sánchez con la falsa excusa de que, a cambio, el régimen alauí se compromete a respetar la españolidad de Ceuta y Melilla. Lo que es un hecho es que Albares no ha querido dar detalles respecto de la agenda de Sánchez en su visita que se extenderá a toda la jornada del viernes.

Lo que es un hecho es que Sánchez emprende este viaje a Marruecos sin haber recibido el apoyo del Congreso a su bochornosa decisión de vulnerar las resoluciones de Naciones Unidas, coincidentes con el tradicional respaldo español a un proceso de autodeterminación del pueblo saharaui; lo que es un hecho es que Sánchez va a rendir pleitesía a Mohamed VI sin haber hecho este ni su gobierno una sola declaración o comunicación oficial en el que diga que respeta la integridad territorial de España, Cauta y Melilla incluidas. Lo que es un hecho es que Sánchez y Albares siguen mintiendo a los españoles al asegurar que este cambio respecto al Sahara occidental no ha supuesto ningún problema con Argelia, después de que el gobierno de este país, precisamente por este motivo, haya retirado a su embajador de Madrid y, mas tarde, haya anunciado que no revisará al alza el precio del gas que vende a terceros países, excepto a España.

Lo que es un hecho, finalmente, es que el Gobierno español no ha reconocido el motivo real de este servilismo ante Marruecos y, no es otro, que la silenciada dejación de funciones que, por motivos ideológicos y de "corrección política", el gobierno español ha venido haciendo del deber de sofocar e impedir por la fuerza la entrada a territorio español de quienes tratan ilegal y violentamente de cruzar nuestras fronteras. Si esa misión, en lugar de encomendársela a la policía y al ejercito español, se delega irresponsablemente al gobierno marroquí, nos encontramos en una situación en la que Rabat puede chantajearnos, tal y como tantas veces ha sucedido, con oleadas de inmigrantes en el caso de que no nos pleguemos servilmente a sus exigencias. Esta falta de principios a la hora de proteger, sin complejo alguno, nuestras fronteras es la razón de fondo de ese inadmisible y mal llamado pragmatismo que anida en el servil cambio de postura ante el Sahara.

Así las cosas, peor aún que el hecho de que sea sea la prensa marroquí la que informe a los españoles de las visitas de nuestro presidente al país vecino, es el hecho de que sea la policía marroquí a la que el gobierno español siga delegando la responsabilidad de controlar nuestras fronteras. Ante tamaña dejación de un deber tan esencial, no es de extrañar tamaño servilismo.

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