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Zoé Valdés

¿Información, propaganda o afrochochocracia?

A nadie debiera ni parece importarle que esta señora sea lo que es, salvo a ella misma, a su equipo y a su antecesora.

A nadie debiera ni parece importarle que esta señora sea lo que es, salvo a ella misma, a su equipo y a su antecesora.
Karine Jean-Pierre. | Europa Press

Karine Jean-Pierre, de 44 años, nació en Martinica, se mudó a Nueva York con sus padres haitianos a la edad de cinco años; será la nueva secretaria de prensa de la Casa Blanca. Tomará el relevo de la pelirroja más anodina en el puesto, Jen Psaki. Karine Jean-Pierre será la primera afrosecretaria de prensa de la Casa Blanca y también la primera lesbiana, orgullosa de pertenecer al colectivo LGBTQ+, como ella misma ha declarado: "Estoy orgullosa de ser una mujer Black Queer y lo he sido durante bastante tiempo". Al parecer es lo único que importa en este nombramiento, que la señora sea afrolesbiana y además orgullosa de serlo. O sea, nada en particular.

Una pena, porque, aparte un intento de suicidio por precisamente considerarse inferior como afrolesbiana, la carrera de Jean-Pierre no parece tener manchas, aunque… trabajó con Obama, es íntima de Kamala Harris y forma parte del grupito selecto del primer presidente afro que tuvo ese país, el titiritero de Biden.

A nadie debiera ni parece importarle que esta señora sea lo que es, salvo a ella misma, a su equipo y a su antecesora, que a la hora de presentarla junto a ella la abrazó como con lástima, le daba excesivas muestras de cariño, como si se tratara de una huérfana u osito de peluche al que hay que mimar para que no se sienta relegado a una esquina del sofá de los muñecos antiguos. La cursilería de lo afrolesbiano en su punto, y desde la Casa Blanca.

El presidente fraudulento Joe Biden tampoco escatima elogios, y agregó que él y su esposa Jill conocen a Jean-Pierre desde hace tiempo y que es la joyita de la corona, pretende asegurarnos con esa afirmación y como si su palabra pudiera ser ¿un manto que proteja a un delincuente? y no a una graduada, que algo habrá tenido que sacrificar para llegar a donde ha llegado. Porque lo que sí es cierto es que todas, absolutamente todas, hemos sacrificado algo en el camino, seamos blancas o negras, y santas no somos.

El tema no es sólo eso, el hincapié exagerado con el que se nos machaca el tema, el problema consiste en que lo que debiera importar es que la información de la Casa Blanca sea dada correctamente, o sea, que el trabajo sea eficiente, bien hecho no, lo siguiente.

Que quien haga el trabajo, sea mujer o hombre, afro o caucásico, se acueste con quien se acueste no tendría por qué ser determinante en nada. No necesitamos de ninguna figura representativa de una comunidad o secta sexual para que informe de lo que se necesita: conocer la verdad de ese Gobierno, sus pasos. Que ahora son bastante confusos porque precisamente Joe Biden ha creado un Ministerio de la Verdad, con todas sus letras… Y así van, de mal en peor.

Jean-Pierre tiene pareja (también lo han subrayado), una mujer blanca, o mestiza tirando a blanca, y juntas adoptaron a una niña, también blanca. Eso tampoco tendría ninguna importancia si no fuera porque ellas mismas han hecho de eso un fondo de comercio para explotar el nuevo título de secretaria de prensa de la Casa Blanca.

Sin embargo, lo que sí entra en conflicto es la profesión de la pareja de Jean-Pierre, y co-mamá de su hija adoptada: periodista. Nada más y nada menos que una periodista, corresponsal de CNN.

Se conocieron en una travesía –que más parece travesura, contada como ellas la cuentan– política en la Convención Demócrata del 2012 en Charlotte, Carolina del Norte. La niña, bautizada como Soleil, tiene 7 años. Todo tan bonito…

Pero esperen, Suzanne Malveaux, la pareja de Jean-Pierre, reitero, es corresponsal en CNN, y su especialidad es precisamente la Casa Blanca. Y el conflicto de intereses, ¿qué tal? ¿Qué dice Biden de eso? ¿El presidente heladero estará al corriente, si la conocen él y su mujer tan bien y pueden poner la mano en el fuego por ella…?

Pero no, en lugar, de aclarar las cosas (no sé si el verbo aclarar sea el adecuado dado el nivel de cancelación actual sólo por usar una palabra que sea mal interpretada…), sólo observamos exultación, júbilo, por una cosa tan superada a estas alturas como que una mujer negra de 44 años llegue a un puesto de ese tipo que por lo demás merece debido a los estudios cursados, y no exclusivamente por ser afrolesbiana, y no sé cuántas berracadas más…

Al paso que vamos volveremos a la esclavitud de los blancos irlandeses, que antes que los africanos fueron los primeros esclavos en Estados Unidos; de modo que el asunto que yo sí veo verdaderamente complejo es el conflicto de intereses entre esos dos puestos: una que se ocupará de los más altos secretos de Estado de la Casa Blanca y la otra que podría beneficiarse y beneficiar a la cadena televisiva que más daño ha hecho a la información real en los últimos tiempos, la CNN. Pero por lo visto eso no interesa a nadie, o sólo a unos cuantos, porque están demasiado ocupados registrándose los colores de los chochos, que si blancos, que si negros, que si al derecho, que si al revés…

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