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Javier Somalo

Lo que Rajoy preguntó a Sánchez

La corrupción en la izquierda no es un problema, no avergüenza, no daña. El PSOE puede robar, no hay más que hablar. Y así siempre. 

La corrupción en la izquierda no es un problema, no avergüenza, no daña. El PSOE puede robar, no hay más que hablar. Y así siempre. 
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez | EFE

Nunca debemos olvidar que si tenemos a Pedro Sánchez de presidente y a sus cuates en el Gobierno y arrabales es por la sentencia del caso Gürtel. Aquello se presentó como el peor episodio de corrupción posible y se decidió que Mariano Rajoy merecía una moción de censura. Le pilló aburrido, desganado… en fin, y se dejó marchar.

Pero todo empezó con esa sentencia y con el juez José Ricardo de Prada como autor de unas interpretaciones que le valieron a Rajoy los votos de la expulsión. Luego aquellas deducciones jurídicas fueron afeadas y anuladas por el Tribunal Supremo porque nada tenían que ver con la realidad, ni del PP ni de Rajoy. Además, el instructor del caso, el hasta entonces ignífugo Baltasar Garzón, fue expulsado de la carrera condenado por prevaricación dolosa. Grabó en prisión las conversaciones de los presos con sus abogados. Todo ejemplar.

José Antonio Griñán, que fue presidente de la Junta de Andalucía, ha sido condenado en firme a seis años de prisión por un delito de prevaricación y otro de malversación de caudales públicos. Manuel Chaves se libra del talego pero le caen nueve años de inhabilitación para cargo público por prevaricación. El contundente fallo del Tribunal Supremo considera que los dos socialistas conocieron y consintieron el "descontrol absoluto" que supuso el fraude de los ERE: 679 millones de euros públicos. No es una cifra cualquiera.

Del papel de José Antonio Griñán, entonces consejero de Hacienda de la Junta, el Supremo no tiene duda alguna:

"Es necesario poner el acento en que el consejero de Hacienda tenía un papel central en la elaboración de las normas presupuestarias, lo que permite inferir que tenía un conocimiento suficiente de todo lo relativo a esa elaboración, al menos en sus rasgos generales, y también de las incidencias relevantes. El papel protagónico que le correspondía en la elaboración de las normas presupuestarias no puede pasarse por alto y sería contrario a la razón suponer que desconocía todo lo concerniente al pago de las ayudas sociolaborales".

En nada se parece esto a la morcilla jurídica del juez De Prada contra Rajoy, leitmotiv de la moción de censura, que tuvo que ser enmendada primero por el Pleno de la Audiencia Nacional, que le sacó del tribunal para juzgar el posterior caso de los papeles de Bárcenas aduciendo que "el posicionamiento explícito del magistrado en estas materias le priva objetivamente de las condiciones de imparcialidad exigibles" y después por el Tribunal Supremo que concluyó así su decisión sobre los recursos.

(…) En definitiva, efectivamente no es dable afirmar que el Partido Popular delinquiera, cuando no ha sido enjuiciado por responsabilidad penal en este proceso.

Pero el daño ya estaba hecho y Sánchez, con ayuda entusiasta de su prensa y de Albert Rivera, convirtió la trampa que tanto tiempo llevaba armándose en silogismo: un corrupto no puede gobernar, Rajoy y el PP son corruptos, Rajoy y el PP no pueden gobernar.

¿Echamos entonces a Sánchez por los ERE? Son 679 millones de euros y ni siquiera es el montante de toda la corrupción socialista andaluza, sólo lo de los ERE. En pesetas… 112.976.094.000, o sea, unos ciento trece mil millones. Cuesta hasta leerlo. Pero los otros números, los de los votos, no dan ahora para echar a Sánchez porque sólo los partidos de centro derecha, y con suerte, estarían por la labor. Los demás están demasiado pendientes de indultos, excarcelaciones y untos varios como para pensar en cosas raras de la derecha.

Pese al voto contrario del juez Ángel Hurtado, Rajoy declaró como testigo en el juicio, no como imputado, pero, al fin y al cabo, el presidente del Gobierno estaba sentado en el banquillo. Y de lo que declaró, el juez De Prada se fabricó un párrafo inculpatorio. Lo irregular primó y permaneció porque en la Doble Vara española se trabaja a destajo. Rajoy pasó por el banquillo y el PP había robado, ¿quién da más?

Unos votos son más particulares que otros

Se esfuerza la prensa oficial del PSOE en que el voto particular discrepante de dos magistradas puede salvar a Griñán de la prisión. También lo hubo en la Gürtel. Pero se impusieron Garzón y De Prada… con Fernández Bermejo y con Dolores Delgado y los comisarios… la rehala de Jaén.

El voto particular de Hurtado puso en cuestión toda la sentencia de Gürtel siendo el magistrado ponente: "El PP desconocía los hechos delictivos". Téngase en cuenta que la sentencia se refería a una parte de la trama Gürtel en la que sólo se enjuiciaban determinados aspectos, en concreto la procedencia y uso de 245.492,80 euros de gastos electorales en los municipios de Pozuelo de Alarcón y Majadahonda, en Madrid. Por ello, Hurtado expuso que los "auténticos beneficiarios" de la Gürtel fueron los alcaldes de dichos municipios, Guillermo Ortega y Jesús Sepúlveda. Eran del PP pero no era el PP. Son ellos, añade el voto, los que "se presentan a las elecciones municipales de 2003, y sólo en cuanto son militantes de dicho partido, es por lo que se considera por las acusaciones beneficiado a éste", al PP.

Concluye Hurtado que "parece colocarse al Partido Popular en una dinámica de corrupción institucional, cuando a dicho Partido no se le ha enjuiciado por actividad delictiva alguna".

La sentencia condenó al PP a devolver los 245.492,80 euros usados en las campañas electorales de los municipios citados y que habían llegado a través de la trama de Gürtel. Pero no se estaba enjuiciando al PP y menos aún a su presidente. Sí lo hizo un magistrado, De Prada, arrastrando a otro, Julio de Diego, al que apodaron "Dormilón" o "juez durmiente" porque más que toga debió llevar el pijama a la sala. Las quejas del PP no fructificaron en el Supremo. Hurtado tampoco quiso reconocer que le oía roncar.

Los votos particulares en la sentencia de los ERE han sido formulados por las magistradas Ana María Ferrer García y Susana Polo García. No discuten el delito de prevaricación pero sostienen que no hay pruebas para condenar a José Antonio Griñán por malversación. Argumentan que sí eran conocedores e intervinieron en un procedimiento ilegal que hizo posible un reparto de ayudas fuera de la ley, pero que no queda probado que intervinieran en el reparto final de esas ayudas.

¡Qué buena gente! Si lo que hicieron fue violar la ley para que, con la crisis galopante que nos asolaba, las ayudas a trabajadores y empresas llegaran cuanto antes… Ni siquiera se metieron en cómo se repartió… o si se hizo mal, para amigos, o p’asar una vaca… pues eso ya no es cosa de Griñán, que se quedó en la parte filantrópica de la trama cienmillonaria. Y con este argumento, que desprecia el Supremo, están volcados el PSOE y toda su prensa.

Sea como fuere, un voto particular también vale más si viene de la izquierda judicial que si procede de la derechona retrógada. De hecho, uno no sirvió para evitar que echaran a un presidente del Gobierno pese a que la condena no era hacia él, pero los otros pueden valer para indultar a un ex presidente regional al que el Supremo ve culpable y merecedor de cárcel.

De momento, la mayoría izquierdista en el Tribunal Constitucional no está todavía garantizada y Griñán, como los presos del golpe catalán, depende de ello. De ahí que se hable hasta en el metro y el autobús de la renovación de los vocales del CGPJ. Ni la gasolina, ni la compra, ni nada… los vocales del CGPJ.

La pregunta final

El 31 de mayo de 2018, José Luis Ábalos empleó tres cuartos de hora en pintar el cuadro de la Gürtel a brochazos, como De Prada:

"El PP era un auténtico sistema de corrupción institucional. Y no lo digo yo, lo dice la sentencia".

El socialista llegó a poner en cuestión la legalidad de los escaños que ocupaban en ese momento los diputados populares. Y alertaba de que lo peor aún estaba por venir.

"Si esta Cámara no reacciona, ¿qué vamos a decir cuando vengan las siguientes piezas, solo de este caso Gürtel? ¿Las comentamos o las dejamos pasar?".

Rajoy tomó la palabra. No tenía demasiadas ganas de defenderse, anestesiado por la mayoría absoluta que lo dejó empotrado en el sofá bajo su letrero favorito: "A veces es mejor no hacer nada…". Pero en un segundo aire de su fatigosa intervención consiguió lanzar la pregunta que ahora resuena en el Congreso, aunque sirva de poco:

"Señor Ábalos, ¿pueden ustedes presumir de incorruptos?, ¿le han abierto a algún militante de su partido juicio oral?, ¿tienen algún condenado en sus filas? Señor Ábalos, cuando llegue la sentencia sobre los ERE de Andalucía, ¿presentarán una moción de censura contra ustedes mismos?".

Poco después se marchó a ahogar las penas, perdiendo hasta la luz del día. No era la mejor pregunta, desde luego, pero si la formuló es porque todos sabían la respuesta: no, la doble vara impide actuar en la izquierda como se reclama a la derecha; no, la corrupción en la izquierda no es un problema, no avergüenza, no daña. El PSOE puede robar, no hay más que hablar. Y así siempre.

La reacción a la condena a prisión de Griñán será el indulto. Y seguirán proclamando el "orgullo" de tenerlos en sus filas. Y en la derecha volverán a suspirar

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