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Pedro de Tena

El Madrid "rojobado" contra Ayuso

Para la izquierda socialcomunista las mujeres son respetables mientras no sean de derechas.

Para la izquierda socialcomunista las mujeres son respetables mientras no sean de derechas.
El muñeco de Ayuso en la manifestación por la Sanidad en Madrid. | EFE

Cada vez tengo más en consideración a Isabel Díaz Ayuso. Sé, porque lo conocí en su día, que Miguel Ángel Rodríguez estará haciendo una gran labor de comunicación como lo hizo antes con José María Aznar, aunque no siempre fue respetado ni comprendido. Pero de la nada, nada sale. Aznar, guste o no, era algo con un alguien dentro. Tanto lo fue que ETA, que es asesina pero no estúpida, intentó eliminarlo de un bombazo felizmente fracasado. Díaz Ayuso también es alguien con algo dentro que es capaz de enfrentarse con claridad y contundencia al agitprop que le tienen organizado porque ven en ella el peligro de una derecha sin complejos capaz de decir lo que debe ser dicho y querer cambiar lo que debe ser cambiado para que España sea una democracia de verdad.

Ayuso, transmutada en una santa Isabel de libro por la defensa heroica del Madrid vital que hizo durante la pandemia, es el objetivo descarado del acoso estratégico de las izquierdas y sus radicales libres adosados (desde el Sindicato Ferroviario hasta, Dios me perdone, cierto sector de Vox). Pero no es sólo esa herencia ganada a pulso la que la hace atractiva para muchos, no sólo para los madrileños. Como Rosa Díez, como Cayetana Álvarez de Toledo, como Maite Pagazaurtundúa, como hubieran podido serlo Macarena Olona y mi paisana Inés Arrimadas (que en paz descansen éstas últimas políticamente). Todas ellas, entre muchas otras menos conocidas, forman parte de un batallón de mujeres para la libertad que se han atrevido, como lo hizo en su día la liberal Clara Campoamor, a no rendirse ante la opresión y el daño cuando proceden de las izquierdas.

Narraba el desgraciadamente no muy conocido Emilio Carrere que en Madrid había una ciudad subterránea con una torre donde vivían unos jorobados que trataban de jorobar a los que vivían en la superficie del Madrid real. Eran siete, luego nueve, los malvados gibosos falsificadores de su historia y no sé si los que lideran a esta izquierda acosadora e insultona llegan hasta ese número o lo superan. Pero hay muchos más jorobados, mejor rojobados, no sólo por la chepa ideológica socialcomunista incurable (salvo por edad, decepción o milagro) que padecen y que no cura ni curará ninguna sanidad pública o privada sino por su cabreo por el asombroso reconocimiento político que el Madrid popular emergente visible y real hace de su tan odiada Isabel.

La han llamado de todo, hasta "asesina". Sí, a ella, no a Otegui ni a los suyos. Es más, le han disparado insultos como "terrorista sanitaria" y "nazi", malos deseos como "que te dé una infección urinaria permanente", aclaraciones retorcidas como "Ayuso, pepera, los ilustres están fuera" (los de fuera eran los que la escrachaban en la Complutense), chocheces infames tal como "Eres tonta, inferior". Hay más, lo de las tripas fuera ha sido ya el colmo, y muchos de ellos dignos de formar parte de una demostración detallada de que para la izquierda socialcomunista las mujeres son respetables mientras no sean de derechas. Entonces sí pueden ser carne de improperio, ultraje e injuria como lo es Isabel Diaz Ayuso, como lo fue Rita Barberá y lo fueron y lo son tantas otras.

¿Por qué? Porque hay un obstáculo indómito: Madrid, el Madrid políticamente de verdad, el de las urnas, que vota a Díaz Ayuso, la aprecia, reconoce la defensa que ha hecho de sus intereses contra las asechanzas socialistas –que han expulsado de sus filas nada menos que a Joaquín Leguina, que antecedió a la "diabólica"—, y comunistas mixtoschébolivarianos como Pablo Iglesias e Íñigo Errejón que se parapetan detrás de mujeres destinadas al tueste o a la quema en una batalla que ellos no lograron ganar.

En las últimas elecciones celebradas en la Comunidad de Madrid, la señora Ayuso sacó casi tres veces más votos que Más Madrid y PSOE, ya tercera fuerza, y 400.000 votos más que los dos juntos. A Podemos lo anonadó. Eso joroba, léase rojoba. Pero el síntoma que explica el nerviosismo faltón de las izquierdas es que las encuestas señalan que puede lograr la mayoría absoluta en las próximas elecciones de mayo. La verdad es que la estrategia acosadora puesta en marcha con la "97ª ( no exagero) Marea Blanca" de la sanidad y la descolocada posición de Vox pueden conseguirlo. De momento, la han convertido en víctima de un pimpampum bajuno y escandaloso y ya se sabe que los madrileños, sobre todo, son especialmente sensibles al sufrimiento de los remordidos sin piedad ni razón.

Para colmo, señoras y señores, Isabel Díaz Ayuso ha osado posar el pie en el malvado Israel, esa bestia negra de muchos comunistas y de los nazis, ese pueblo del que ya no se recuerda su genocidio por unos y su desprecio por otros y al que ahora se le reprocha que quiera existir y tenga derecho a ello como lo tienen sus vecinos. ¿A qué ha ido? Yo lo sé. Uno de los que dio fe de la existencia de ese Madrid subterráneo de los jorobados de la torre de Carrere fue el rabino Isaac Ben Gerva la Barí. Son sus fuentes arcanas las que quiere conocer la presidenta popular para darle verduguillo político al regimiento de rojobados que se sulfuran con su existencia.

Ya nos gustaría, ya, una Isabel Diaz Ayuso nada arrugada en Andalucía. Y en más partes de España. Vamos, en todas. Hasta en Génova. Palabrita.

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