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José García Domínguez

El somatén de TikTok

Empezaron colocando espías en los patios de los colegios y ahora ya tienen un somatén vigilando durante las veinticuatro horas del día en TikTok.

Empezaron colocando espías en los patios de los colegios y ahora ya tienen un somatén vigilando durante las veinticuatro horas del día en TikTok.
Lluís Llach. | EFE

Empezaron colocando espías en los patios de los colegios y ahora ya tienen un somatén vigilando durante las veinticuatro horas del día en TikTok. Así, gracias a la colaboración ciudadana de varios observadores encubiertos, se pudo dar a tiempo la voz de alarma. Y es que una chica veinteañera y parece ser que nacida en Andalucía —pues si fuera marroquí nunca se hubiera consentido publicar el nombre del lugar donde vino al mundo— compartió con docena y media de chavalas de su mismo entorno un vídeo con opiniones sobre los requisitos administrativos exigidos en unas oposiciones para acceder a plazas funcionariales de enfermera.

Lógicamente, una vez destapado el caso por los inspectores voluntarios, todos los periódicos, radios y televisiones de Cataluña, igual los públicos que los privados, procedieron de inmediato a movilizar a sus plantillas de periodistas, colaboradores y tertulianos a fin de dar la máxima difusión posible al escándalo. La Vanguardia, en un admirable ejercicio de periodismo comprometido, se apresuró a publicar grandes fotografías con el rostro de la joven andaluza tanto en su edición digital como en la de papel. Un esfuerzo profesional para lograr que la cara de la filoterrorista llegase a la totalidad de los hogares de Cataluña que fue secundado de inmediato incluso por la prensa gratuita. De ahí que en las paradas de metro de Barcelona los usuarios del transporte público pudieran recibir un ejemplar del 20 Minutos con el turbio semblante de la condenada meridional impreso en formato XXL.

Huelga decir que la televisión oficial de la demarcación, fiel a su compromiso con los valores liberales y democráticos que desde siempre caracterizan a la plaza, dedicó al asunto un programa de máxima audiencia, pieza dirigida por la señora García Melero, con el fin pedagógico de prevenir a la población frente a posibles actos de similar gravedad que acaso andasen maquinando otras andaluzas deslenguadas. Como no podría ser de modo distinto, el consejero de Sanidad del Gobierno de la Generalitat ha saltado raudo a la palestra a fin de evaluar los perturbadores hechos y anunciar que se tomarán medidas de inmediato. Por su parte, el intérprete melódico y jubilado Lluís Llach, un usuario habitual de los servicios sanitarios catalanes a causa de los achaques propios de la edad, ha reclamado que se expulse a la enfermera de su puesto de trabajo cuanto antes. E incluso el president emérito Puigdemont se ha visto obligado a efectuar una breve pausa en sus agotadoras jornadas de trabajo europeas para, al igual que el octogenario cantante calvo, exigir el despido sin contemplaciones ni indemnización de la insolente charnega. Mierda de País Petit.

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